LA IRA Y LA DEPRESION FOMENTAN EL INFARTO CARDIACO
(Aportación de nuestra amiga Yamelin)
Cristina Casals
EFE

Viena, (EFE).- Se puede morir de "corazón roto", no sólo por una relación amorosa fracasada sino también por haber vivido en situaciones permanentes de frustración, ira, sufrimiento o competencia, lo que fomenta el infarto cardíaco, afirma un grupo de expertos en enfermedades psicosomáticas austríaco.
Los médicos han averiguado que la condición psíquica tiene un gran impacto en el origen y la evolución de enfermedades cardiovasculares, no sólo el alma sino también el cuerpo sufre bajo el estrés producido por el enojo, el cinismo y la agresividad.

El especialista Karl Mayr, jefe de un centro cardiológico de Linz, Alta Austria, explica en el último número de la revista "Medizin Popular" (Medicina popular) de Viena que lo psíquico y lo físico ejercen una influencia mutua, y también la depresión constituye un factor decisivo.
Aún no se ha esclarecido del todo por qué el estado de ánimo parece tener un hilo directo con el corazón físico, pero hay algunos aspectos evidentemente relacionados con las costumbres de la vida diaria, dado que las personas con tendencia a la depresión hacen menos ejercicio y el malestar psíquico es compensado a menudo por la comida.

"La vida de las personas con inclinación a la ira corre peligro", advierte el experto en enfermedades psicosomáticas vienés Georg Titscher, pero no sólo hay un riesgo para la gente que tiene el corazón enfermo, sino que esos factores contribuyen a largo plazo de manera masiva a producir enfermedades cardíacas.
En la segunda mitad del siglo XX se ha perfilado como personaje con mayor riesgo de infarto al director de empresa que continuamente trabaja bajo presión y tiene un comportamiento agresivo, cínico e irritable, si bien es aún mayor el peligro para el "segundo" que aguanta callado el carácter explosivo de su jefe.
Aunque todavía no saben exactamente por qué, los investigadores consideran posible que el organismo sufra bajo una actitud de precaución permanente para no perder nunca el control, comportamiento característico de los individuos con un estilo de vida competitivo.

También han averiguado que las personas muy agresivas destacan por su manera de hablar en voz alta, explosiva, en actitud tensa, y los que tienden a dominar lo hacen con rapidez e interrumpen frecuentemente a otros o hablan al mismo tiempo.

Las reacciones subconscientes se deben a modelos prehistóricos, cuando el hombre tenía que defenderse de animales salvajes y tenía que ponerse rápidamente a luchar o darse a la fuga.
Por ello, el estrés desencadena las palpitaciones del corazón y las manos húmedas, provoca la emisión de adrenalina y noradrenalina, aumenta la demanda de oxígeno y hace al corazón trabajar más, la presión arterial sube y los vasos sanguíneos se contraen, aumenta el colesterol en la sangre, la mente está totalmente despierta y el cuerpo dispuesto a actuar.

Hoy en día, es suficiente una situación laboral preocupante, una cuenta bancaria en números rojos o el mero temor a ello para provocar las mismas reacciones, pero, a diferencia de nuestros antepasados prehistóricos, no liberamos la energía como ellos ya que las luchas tan sólo se llevan a cabo en pensamientos y palabras.
También resulta peligroso perder el ánimo y llevar una vida carente de relaciones sentimentales, lo que corroboran algunas cifras de pacientes de infarto que viven solitarios o deprimidos.
Así, por ejemplo, los pacientes de infarto que viven solos sufren con doble frecuencia otro ataque al cabo de seis meses, en los depresivos es seis veces más probable la muerte medio año después del infarto y fallecen tres veces más pacientes a los cinco años si no tienen familiares ni amigos cercanos. 

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