GOZALOS AHORA
(aportación de nuestra amiga Graciela)
El tiempo pasa tan ràpido, que un buen dìa cuando menos lo esperamos,
nuestros hijos se han ido. Y volvemos la vista atràs y nos parece imposible,
¡Si hace apenas unos cuantos años los tenìamos en los brazos!

La vida  pasa, los dìas se acumulan, la piel se arruga y las canas brotan
muy a nuestro pesar. Aquellos bebès se han hecho hombres o mujeres que han
decidido su camino y han aprendido a volar.

Serà entonces cuando nos demos cuenta de que no disfrutamos a nuestros
hijos. Que los cuidamos, los educamos, los corregimos, los toleramos, los
llevamos como una carga muy pesada, sin embargo no los gozamos.

Todo empieza desde el principio, ya no es una alegrìa descubrir que estamos
esperando un hijo, tememos platicarlo a las amigas y familiares, porque de
seguro nos compadeceràn, ya es raro quien te felicita.

Empecemos a jugar el juego desde ahì. Primero soñamos que nazca, porque el
embarazo es muy pesado, ya no podemos ni movernos y lo que es peor, la
figura està deshecha y esos meses que podrìan ser maravillosos los dejamos ir.

Por fin nace el bebè, y siento ahì comienza nuestra carrera tonta contra el
tiempo, deseamos que ya no llore por las noches, que empiece a caminar para
ya no tener que cargarlo y cuando camina no sabemos como hacer para que se
estè quieto, que pronto vaya a la escuela para luego empezar a repelar por
las tareas, nos volvemos locos a la hora de tener que sentarnos con ellos y
tomarles la mano para que empiecen a trazar las primeras letras y soñamos de
nuevo que pueden hacerlo solos. Luego,  necesitan que los llevemos de un
lado para otro, nos volvemos choferes y de los mejores, pero a
regañadientes. Cuando se pelean queremos escondernos bajo las piedras,
cuando lloran nos asustamos y cuando se rìen, preferimos que estèn en
silencio. "¡Un momento de paz!", les decimos. Y cuando parece que màs o
menos pueden hacerlo todo por ellos mismos, que ya no requieren tanto de
nosotros, algo pasa y todo se viene abajo.. La adolescencia los transforma a
ellos y a nosotros nos vuelve locos, pues no sabemos que hacer con ellos,
son algo insoportable y màs tarde o màs temprano todo pasa. "¡Por fin!"
pensamos. Finalmente, un buen dìa nos dicen adiòs.
Se nos van sin haberlos gozado, pues siempre estuvimos deseando que fueran
de otro modo. Ojalà estemos a tiempo de disfrutar tanto los pañales y los
biberones, como el agobio de las tareas o las angustias de las primeras
salidas a la disco, para que el dìa de la despedida nos quedemos con los
ojos llenos de làgrimas pero con el corazòn lleno de  satisfacciòn porque
vivimos juntos cada minuto.

Fuente: El Sol de Zacatecas.

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