A LOS NIÑOS EN NUESTRO JARDIN TRASERO
(Traducción de escrito de Janell Burley Hofmann - Huffingtonpost.com)

A los niños en nuestro jardín trasero,

Sé que algún día me asomaré por la ventana para checarlos a ustedes, mis dulces hijos, y no veré más una multitud de vecinitos llenando un área del jardín.  Y no veré a los inocentes, determinadosy confiados grupos de niños pre-adolescentes.  En un parpadeo, en un flash, increíblemente, sólo veré jovencitos con barbas contando historias de gimnasios, fiestas de fin de semana, o relaciones casuales contadas por irreconocibles voces profundas.  Me pregunto si ustedes extrañarán también su niñez de la forma que yo lo haré.  O, si ustedes sólo estarán a la expectativa de lo que tengan adelante, lo que es más agradable, lo que esté de moda, lo que esté pasando, lo que siga.

Me pregunto si recordarán las veces que detuvieron sus intensos juegos para dejar que sus hermanas pasaran hacia el columpio.  Me pregunto si recordarán que hermoso gesto fué el permitir al niño más chiquito en el juego que fuera el héroe en la última partida.  Me pregunto si recordarás cuando te golpeaste fuerte, y lloraste, aullaste, babeaste como un bebé en frente de tus amiguitos.  Y también, si recordarás cómo te estuvieron molestando, picando, y en silencio prometer nunca volver a recordártelo.  Me pregunto su recordarás la honestidad, el "Dilo como es en verdad" de la infancia.  Y cómo no hay palabras adornadas cuando te dicen "Corres demasiado lento para entrar al equipo" o "No nos quedó otro remedio que aceptarlo en el equipo la vez pasada".

Me pregunto si tendrás idea de cuántas rebanadas de manzana, snacks de fruta o galletitas has comido realmente.  Y si recordarás aquella rara ocasión en la que nuestra casa estaba realmente limpia como para aceptar toneladas de niños hambrientos y sedientos, y pasaron el día a manguerazos de agua fresca afuera.  Me pregunto si recordarás que no eran necesarios los árbitros, los jueces, las reglas escritas ni que algún adulto tuviera que estar presente.  Me pregunto si sabrás que el "código de ética" que regía nuestro jardín trasero fué desarrollado instintivamente por tu propio sentido común, espíritu de competencia, y habilidad natural para razonar.  Me pregunto si notaste que no había uniformes de moda, espinilleras carísimas, y ni siquiera el campo tenía líneas.  Me pregunto si te diste cuenta que estuviste a centímetros de golpearte en la vieja barda de madera al final de la zona de juego, y a centímetros de ser aplastado en la banqueta de cemento.  Me pregunto si supiste, como yo lo supe, que cada día habría una herida, una pelea, alguien que se dió por vencido, y luego la reconciliación.  Mucho antes de cursos de liderazgo, entrenamiento de sensibilidad y asesorías de relaciones interpersonales, me pregunto si recordarás que aprendiste de la justicia, equilibrio, y trabajo de equipo en nuestro jardín trasero.

Algún día muy lejano, estaré haciendo la cena, doblando la ropa limpia,  o tensa en el trabajo.  Estaré enfocada, determinada, y consumida en la vida adulta.  Y algo me detendrá.  Posiblemente un recuerdo relampagueante del jardín trasero, los sonidos lejanos de los niños, o el olor del lodo que me llevará hacia la ventana.  Y con la dureza y honestidad de la vida, ahí estaré sin ti.

Y espero y hago oración, de que, si lo hice bien, los recuerdos que llenarán mi cuerpo serán aquellos de tu inocencia, tu niñez, para siempre grabada en mi alma.  En este momento de profunda paz, como siempre, sé que hay algo ordinario y de todos los días que hace que la vida sea real.  Y mi corazón hará un remolino de amor, mientras pienso en tí, encontrando la divinidad, en mi propio jardín trasero.

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A los ninos en nuestro jardin trasero