"Ya ví el buzón"
(Resumen de "ya vi el buzón"
publicado en Selecciones de Julio de 1995)
Escrito por Susan Bischoff
He aquí una forma de comunicarse en esos momentos de tensión por
los que atraviesa cualquier matrimonio.

Estábamos cortando las ramas de los árboles y poco faltó para que tirara la sierra,
pues tuve que protegerme el rostro por las ramitas que pasaron rozándome.  La
rama cayó al suelo y mis anteojos con ella.  Howard los levantó y me los dió.

--¿Estás bien? -- preguntó.

--Si, lo único que me pasa es que estoy acalorada y cansada.

La hilera de árboles que estábamos podando ya medían 6 metros de altura, y
como lo considerábamos peligroso por los cables, los quisimos cortar para que
midieran 2.50 metros y formar un seto con ellos.

--¿No sería bueno que cortaras la rama pequeña de la izquierda antes que la grande
de enmedio?-- me sugirió Howard.

--No, hombre.  Voy a colocarme bajo la horquilla y a tirar ambas de un solo corte.

--Me temo que van a caer sobre la piscina, Sue.  Pesan horrores.

-Ya soy una experta en esto.  Las voy a hacer caer ahí --dije, al tiempo que señalaba
una estrecha franja de tierra situada entre los cítricos y el seto.

En ese momento, Howard dijo:
-- Cielo, ya vi el buzón.

--Pero... -comencé a argumentar; sin embargo respiré hondo, dejé la sierra sobre el
remate de la escalera y bajé.

"Ya ví el buzón".  Cuando entrábamos en la casa, pensé en la cantidad de conflictos
que esas sencillas palabras nos habían ahorrado.  Para nosotros, esta frase reduce
a una sola línea una discusión que, de lo contrario, duraría por lo menos 20 minutos.
El incidente que le dio origen se convirtió en anécdota familiar que de cuando en
cuando sacamos a colación.



Había hecho un día espléndido en Bahía Terra Ceia, cerca de Florida.  Habíamos ido
a pescar, y regresábamos con las manos llenas.  El sol quemaba fuertemente, no había
nada que tomar y mis dos hijas peleaban.  Estábamos exhaustos y de un humor de
perros.

Al llegar a la casa, debíamos meter la lancha en reversa entre una palma y el buzón, y
pasarla en línea recta por un pequeño portón hasta el patio trasero.  Nunca había sido
fácil, pero este día parecía dos veces más ardua.

Howard hizo un intento pero se acercó demasiado a la palmera.  Adelantó la camioneta
y retrocedió, pero ahora estaba muy cerca del buzón.

--Le vas a dar al buzón --dije.

Howard pisó el freno, avanzó un poco y maniobró.  Retrocedió de nuevo, vi por el espejo
y contuve el aliento al ver elángulo que tomó la camioneta.  El buzón me parecía
demasiado cerca.

--¡Ya ví el buzón, caramba! --gritó Howard antes de que yo dijera nada.

Lo vi de reojo.  Ni siquiera veía al buzón, sólo veía la lancha...no cabía duda: el
parachoques delantero iba a llevarse el poste del buzón.

--Ya vi el buzón -- repitió Howard en tono sereno.

Analicé la situación: Por un lado era evidente que íbamos a desgraciar el buzón si yo no
abría la boca; pero por el otro, Howard insistía en que lo estaba viendo, y si yo decía algo,
se iba a enojar conmigo e iba a andar de genio el resto del día ¿realmente lo ameritaba
el buzón?

Para nada.  En realidad estaba oxidado, podríamos comprar uno nuevo...y Howard no se
enojaría.

--Ya ví el buzón-- volvió a decir mi marido en el preciso instante en que el parachoques
enganchaba el poste.  El buzón golpeó el guardafango delantero con un gran estrépito
y Howard frenó de inmediato.

Corrí a la casa y me encerré en el baño, me hubiera cubierto la boca con una toalla para
que no se oyeran mis carcajadas...pero no lo hice.  Me imaginé que si Howard no se
había enfurecido con la situación, se sulfuraría al verme reír, y el buzón se habría
sacrificado en vano.  Pero no podía contenerme.

Cuando me calmé al fin, salí de la casa.  El estaba sentado en una silla del jardín,
contemplando el buzón, todavía trabado en el parachoques.  Estaba sumamente
consternado.

Se dirigió a la lancha y desacopló el remolque  de la camioneta y, para sorpresa nuestra,
lo empujó casi sin esfuerzo por el portón que daba al patio trasero.  ¡Qué brillante idea!
¿Cómo no se nos ocurrió antes?

La frase "ya ví el buzón" significa que uno ha perdido la perspectiva de las cosas; que se
le escapa lo importante y que se expone a riesgos innecesarios.  En ocasiones significa
también que uno se está poniendo pesado.  Pero entre líneas lleva un segundo mensaje:
Yo veo algo que tú estás pasando por alto.  Me gustaría detenerte antes de que sea
demasiado tarde, pero te amo y por nada del mundo deseo discutir y contrariarte.

"Ya ví el buzón" es una frase de veras muy útil.  No debería faltar en ningún matrimonio.

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