SACA 10 SIN ESTRES
(Aportación de nuestra amiga Lina Rodríguez)
Tu éxito en un examen depende no sólo de lo que sabes, sino de cómo te sientes anímica y físicamente

Con el fin de prepararte para un examen de historia de España que debía presentar en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) a mediados de 2001, Daniela García Díaz empezó a estudiar con dos semanas de anticipación. Trabajo con dedicación y se preparó bien, pero dos días antes de puso muy nerviosa. Se mordía las uñas y se frotaba las manos con ansiedad. Para relajarse, se fue a caminar a un centro comercial. Allí, mientras tomaba un capuchino helado, reflexionó en que conocía toda la información necesaria. Sólo es una evaluación que confirmará mis conocimientos, pensó la joven de 25 años. Dio resultado. Como estaba tranquila y relajada, sacó 10.

Cuando estés muy nervioso o estresado ante la proximidad de un examen difícil o importante, sigue el ejemplo de Daniela y toma medidas para remediarlo.

Leonardo Reynoso Erazo, profesor de posgrado de la Facultad de Psicología de la UNAM, afirma que muchos alumnos ven el examen como una amenaza y se estresan al acercase uno. A la hora de la prueba no atinan a contestar, por más que piensan. “Sienten que la amenaza era más grande de lo que imaginaban. Son capaces de bloquearse y de ponerse a llorar”. Esto puede ocurrir incluso entre los estudiantes que llevan buenos promedios.

¿Qué hacer durante las semanas que anteceden a un examen importante para obtener el mejor resultado sin perder la calma, el sueño ni la salud? He aquí lo que aconsejan los expertos:

Ayuda a tu cerebro

Sofía Martínez era una estudiante aplicada de la Facultad de Ingeniería del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, Campus Ciudad de México. Sin embargo, un examen de química que debía presentar en 1996 la llenó de pánico. Dos días antes, esta joven de 26 años estudió intensamente hasta la madrugada. La víspera no tomó mas que unas galletas y varios litros de café. También tomó un buen número de aspirinas, y no durmió ni un minuto. Terminó de estudiar a las 7 de la mañana y se preparó para irse al examen, que era a las 9. Durante la prueba sé desplomó anímicamente y no pudo concluirla.

Cuando ven venir un examen difícil, numerosos alumnos sacrifican la alimentación y el sueño, y hay incluso quienes recurren a algún medicamento o droga para mantenerse despiertos o lúcidos. No tienen en cuenta, que para que el cerebro funcione bien, es necesario comer y dormir adecuadamente, y no consumir sustancias dañinas.

Según los expertos, los jóvenes necesitan dormir entre seis y nueve horas diarias, aunque lo más recomendable es dormir ocho de rigor. En una investigación llevada a cabo en la Escuela Superior de la Santa Cruz, en Massachussets, se observó que los estudiantes que dormían más tiempo eran los que sacaban mejores calificaciones.

Cuando se duerme menos de lo acostumbrado surgen problemas. Peor, si se hace con frecuencia. Los desvelos traen consigo somnolencia, cansancio, dolor de cabeza y una merma en la memoria y la capacidad de concentración. “Un joven que se desvela, al día siguiente se siente como un conductor que ha manejado toda la noche”, advierte el doctor Manuel Díaz Rodríguez, director médico del Centro de Estudios sobre Alteraciones del Sueño, de Monterrey.

Y por ningún motivo recurras a drogas estimulantes, como las metanfetaminas, que algunos toman en época de exámenes porque reducen la fatiga, aumentan la energía y favorecen el estado de alerta.

No obstante, este efecto es pasajero, y el remedio resulta contraproducente. “Al desaparecer el estímulo se derrumba el estado de “hiperalerta” que se produjo artificialmente, lo poco o mucho que se aprendió desaparece”, advierte el doctor Víctor Manuel Guisa Cruz, director general de los Centros de Integración Juvenil.

Los efectos secundarios de las metanfetaminas son terribles: pérdida de memoria, embrutecimiento, vértigo, palpitaciones, malestar, ansiedad, hipertensión.... A veces, el alumno no consigue escribir coherentemente una frase ni contestar bien la pregunta más simple. Para colmo, su uso reiterado ocasiona una fuerte dependencia psicológica.

Conócete y administra tu tiempo

Mauricio uc Pérez, estudiante de 13 años de la Escuela Secundaria Técnica 17 de la ciudad de Campeche, empieza a preparase para los exámenes desde que sabe cuándo los van a aplicar. No deja transcurrir ni un día sin repasar sus apuntes y sus libros, y a veces toma nota de las ideas principales para hacer resúmenes.

No sorprende que Mauricio sea de los más destacados de la clase. El secreto de su éxito estriba en estudiar un poco todos los días, y con suficiente anticipación. Así asimila más y evita trabajar a marchas forzadas la víspera.

Cada quien tiene su forma de prepararse para un examen. Para conocer el método que más te favorece, comienza por conocer tus aptitudes.

Si tu memoria es más bien auditiva, puedes platicar con un amigo acerca del tema, leer en voz alta el libro o los apuntes, o grabar un casete y escucharlo varias veces. Si, en cambio, es más bien visual, te conviene hacer resúmenes, elaborar cuadros sinópticos, diagramas, tablas o cualquier otro elemento gráfico que puedas retener fácilmente.

Pregúntate en qué momento del día rindes más. Si es en la mañana, deja para entonces el material difícil. Alterna los temas complicados con los sencillos y los que te agradan con los que te disgustan.

No olvides que todos tenemos distinta capacidad de concentración. “Si eres capaz de concentrarte sólo durante 40 minutos, hazlo, y luego date un respiro”, aconseja René González Pérez, maestro en orientación en orientación vocacional, doctor en sicología y catedrático de la Universidad de las Américas, en Puebla. “En seguida retoma el estudio. Verás que tu mente está en un 90 por ciento dispuesta a recibir más información”. El sobreesfuerzo no deja nada bueno”.

Por último, no pospongas la preparación del examen. “El estrés se acumula a medida que el plazo se acorta, y el trabajo se va convirtiendo en una gigantesca bola de nieve”, señala Enrique López Fernández, coordinador general del Departamento Psicopedagógico de la Universidad Panamericana, Campus Guadalajara.

Acondiciona tu espacio

Trabaja en una habitación bien iluminada y ventilada, en la que no tengas distracciones. La psicóloga María de la Luz García Badillo, orientadora educativa de bachillerato de la Universidad del Valle de México (UVM), Campus San Luis Potosí, recomienda retirar las fotografías que traigan recuerdos, tener a la mano todo el material que se necesite para estudiar y, si se quiere escuchar música, escoger una que relaje.

Además, te conviene estudiar siempre en la misma habitación. Si constantemente cambias de lugar, te va a resultar más difícil concentrarte. “El cuerpo”, agrega René González Pérez, “se acostumbra a los ruidos, a las formas, a la temperatura y a la luz del espacio de estudio. Los asocia con éste y se confunde si no los identifica”.

Pide ayuda a tu familia

Cada vez que se acercaba un examen, Marisol Ramírez Méndez, quien tiene 17 años y estudia el bachillerato en la UVM, Campus San Luis Potosí, sentía una gran ansiedad. Su padre estaba disgustado porque sacaba bajas calificaciones. Casi no pasaba un día sin que le insistiera en la necesidad de estudiar, y en época de exámenes llegó a prohibirle salir con los amigos.

En el año 2000 Marisol se fue a cursar primero de preparatoria a Las Vegas, Nevada. Para sorpresa suya, le fue muy bien académicamente. Entonces se dio cuenta de que era la presión de su padre y la obligación moral que sentía hacia él lo que la hacia rendir poco.

Al volver, le hizo ver que necesitaba más apoyo y menos presión. “Desde entonces le manifesté mi cariño y le reiteré que me preocupaba”, cuenta él. La joven lleva hoy un promedio de 9.4. “Yo debo luchar por mí, sin que eso signifique que mis papás no me importen”, asegura.

La excesiva presión paterna es tan frecuente como perjudicial. Aun si no se manifiesta, muchos estudiantes se afligen, temerosos de decepcionarlos. La psicóloga Dolores Juárez López, coordinadora de Orientación Educativa de la preparatoria de la UVM, Campus Roma, en la Ciudad de México, dice: “Cuando el joven se siente presionado, debe hablar. La comunicación permite liberar toda esa tensión. Y los padres deben decir: “Estoy contigo. Es una prueba difícil, pero puedes salir adelante.”.

Nadie desea deliberadamente angustiar a su hijo. No temas, pues pedir apoyo y comprensión a tu familia. Pídeles que por unos días aguantes tus nervios y mal humor.

Relájate

Estudiar para los exámenes no significa abandonar las demás actividades y estar en tensión permanentemente. No estudies hasta el último minuto ni te enclaustres. Date tiempo para relajarte. Escucha música, ve al cine y sal con tus amigos. Muévete y llénate el cuerpo de oxígeno y vigor. El entretenimiento y la diversión contribuyen a mejorar el estado de ánimo y reducir el estrés.

En la víspera del examen, deja de pensar en algún momento en el realismo mágico, las parábolas y los elementos químicos. Relájate. Sobre todo, acuéstate temprano. El descanso te hará estar tan lúcido, que compensarás todas las lagunitas de conocimientos que aun te queden.

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