El hombre que no ha tenido el hábito de leer está prisionero en su mundoEL HABITO DE LEER
(aportación de nuestro amigo Alvaro Villalobos)
inmediato en cuanto a tiempo y espacio. Su vida cae dentro de una rutina
establecida; se limita al contacto y la conversación con algunos amigos y
conocidos, y no ve más de lo que sucede en su vecindad. De esta prisión
no hay fuga posible.Pero en el momento en que se toma un libro entra en un mundo distinto, y
si se trata de un buen libro, inmediatamente entra en contacto con uno de
los mejores charlistas del mundo. Este charlista lo guía y lo conduce a una
nación diferente o a una época distinta, descarga en él algunos de sus
remordimientos personales, o lo invita a discutir algún tema especial o un
aspecto de la vida de la que el lector nada conoce.Un autor antiguo lo pone en comunión con un espíritu desaparecido hace
muchos años y según el lector avanza, comienza a imaginar la apariencia y
el tipo de persona que era el escritor.Por lo tanto, poder vivir un par de horas en un mundo y alejar nuestros
pensamientos de las exigencias del presente inmediato, es un privilegio que
deben envidiar aquellos que se encuentran presos en sus cárceles corporales.