CIRCULO DEL 99
(Aportacion de nuestra amiga Verónica Sánchez)
 Había una vez un rey muy triste que tenía un sirviente, que como todo
 sirviente de rey triste, era muy feliz. Todas las mañanas llegaba a traer
 el desayuno y despertar al rey cantando y tarareando alegres canciones de
 juglares. Una gran sonrisa se dibujaba en su distendida cara y su actitud
 para con la vida era siempre serena y alegre.

 Un día, el rey lo mandó llamar.
 Paje - le dijo-  ¿Cuál es el secreto?
 ¿Qué secreto, Majestad?
 ¿Cuál es el secreto de tu alegría?
 No hay ningún secreto, Alteza.
 No me mientas, paje. He mandado cortar cabezas por ofensas menores que
 una mentira.
 No le miento, Alteza. No guardo ningún secreto.
 ¿Porqué estás siempre alegre y feliz? eh? porqué?
 Majestad, no tengo razones para estar triste. Su Alteza me honra
 permitiéndome atenderlo. Tengo mi esposa y mis hijos viviendo en la casa
 que la corte nos ha asignado. Somos vestidos y alimentados y además Su
 Alteza me premia de vez en cuando con algunas monedas para darnos algunos
 gustos, ¿cómo no estar feliz ?
 Si no me dices ya mismo el secreto, te haré decapitar - dijo el rey.

 Nadie puede ser feliz por esas razones que has dado.
 Pero Majestad, no hay secreto. Nada me gustaría más que complacerlo, pero
 no hay nada que yo esté ocultando.
 Vete! Vete antes de que llame al verdugo!

 El sirviente sonrio, hizo una reverencia y salio de la habitacion. El rey
 estaba como loco. No consiguio explicarse como el paje estaba feliz
 viviendo de prestado, usando ropa usada y alimentandose de las sobras de
 los cortesanos. Cuando se calmo, llamo al mas sabio de sus asesores y le
 conto su conversacion de la mañana.
 Porque El es feliz ?
 Ah Majestad, lo que sucede es que él esta fuera del circulo.
 Fuera del circulo ?
 Asi es.
 Y eso es lo que lo hace  feliz ?
 No, Majestad, eso es lo que no lo hace infeliz.
 A ver si entiendo, estar en el circulo te hace infeliz.
 Así es.
 Y él no está.
 Así es.
 Y cómo salió ?
 Nunca entró !
 Qué círculo es ése ?
 El círculo del 99.
 Verdaderamente, no te entiendo nada.
 La única manera para que me entendiera, sería mostrárselo en los hechos.
 Haciendo entrar al paje en el círculo.
 Eso, obliguemoslo a entrar.
 No, Alteza, nadie puede obligar a nadie a entrar en el círculo.
 Entonces habrá que engañarlo.
 No hace falta, Su Majestad. Si le damos la oportunidad, él entrará solito,
 solito.
 Pero no se dará cuenta de que eso es su infelicidad?
 Sí, se dará cuenta.
 Entonces no entrará.
 No lo podrá evitar.
 Dices que él se dará cuenta de la infelicidad que le causará entrar en ese
 ridículo círculo, y de todos modos entrar en el y no podrá salir?
 Tal cual, Majestad, ¿está dispuesto a perder un excelente sirviente para
 poder entender la estructura del circulo ?
 Sí.
 Bien, esta noche te pasaré a buscar. Debe tener preparada una bolsa de
 cuero con 99 monedas de oro, ni una más ni una menos. ¡99!
 Qué más ? Llevo los guardias por si acaso ?
 Nada más que la bolsa de cuero. Majestad, hasta la noche.
 Hasta la noche.

 Así fue. Esa noche el sabio pasó a buscar al rey. Juntos se escurrieron
 hasta los patios del palacio y se ocultaron junto a la casa del paje. Allí
 esperaron el alba. Cuando dentro de la casa se encendió la primera vela,
 el  hombre sabio agarró la bolsa y le pinchó un papel que decía:
 ESTE TESORO ES TUYO.  ES EL PREMIO POR SER UN BUEN HOMBRE.
 DISFRUTALO Y NO  CUENTES A NADIE COMO LO ENCONTRASTE.
 Luego ató  la bolsa con el papel, en la puerta del sirviente, golpeó y
 volvió a esconderse. Cuando el paje salió, el sabio y el rey espiaban
 desde atras de unas matas.  El sirviente vio la bolsa, leyó el papel, agitó la
 bolsa y al escuchar el sonido metálico se estremeció, apretó la bolsa
 contra el pecho, miró hacia todos lados y entró en su casa. Desde afuera
 escucharon la tranca de la puerta, y se arrimaron a la ventana para ver
 la escena. El sirviente había tirado todo lo que había sobre la mesa y dejado
 sólo la vela.  Se había sentado y había vaciado el contenido en la mesa.
 Sus ojos no podían creer lo que veían.  Era una montaña de monedas de oro!
 El, que nunca había tocado una de estas monedas, tenía hoy una montaña de
 ellas para él. El paje las tocaba y amontonaba, las acariciaba y hacía
 brillar la luz de la vela sobre ellas.  Las juntaba y desparramaba, hacía
 pilas de monedas. Así, jugando y jugando empezó a hacer pilas de 10
 monedas: Una pila de diez, dos pilas de diez, tres pilas, cuatro, cinco,
 seis, y mientras sumaba 10, 20, 30, 40, 50, 60 ...hasta que formó la
 última pila: 9 monedas!!!!! Su mirada recorrió la mesa primero, buscando
 una moneda más. Luego el piso y finalmente la bolsa. "No puede ser ", pensó.
 Puso la última pila al lado de las otras y confirmó que era más baja.
   - Me robaron - gritó - me robaron, malditos !!! Una vez más buscó en la
 mesa, en el piso, en la bolsa, en sus ropas, vació sus bolsillos, corrió
 los muebles,  pero no encontró lo que buscaba.  Sobre la mesa, como
 burlandose de él, una montañita resplandeciente le recordaba que había 99
 monedas de oro, "solo 99". "99 monedas de oro. Es mucho dinero", pensó...
 Pero me falta una moneda. Noventa y nueve no es un numero completo -
 pensaba. Cien es un número completo pero noventa y nueve, no.
 El rey y su asesor miraban por la ventana. La cara del paje ya no era la
 misma, estaba con el ceño fruncido y los rasgos tiesos, los ojos se habían
 vuelto pequeños y arrugados y la boca mostraba un horrible rictus, por el
 que asomaban sus dientes. El sirviente guardó las monedas en la bolsa, y
 mirando para todos lados para ver si alguien de la casa lo veía, escondió
 la bolsa entre la leña.  Luego tomó papel y pluma y se sentó a hacer
 cálculos.
 Cuánto tiempo tendría que ahorrar el sirviente para comprar su moneda
 numero cien?
 Todo el tiempo hablaba solo, en voz alta. Estaba dispuesto a trabajar duro
 hasta conseguirla. Después quizás no necesitara trabajar más. Con
 cien monedas de oro, un hombre puede dejar de trabajar. Con cien monedas
 un hombre es rico. Con cien monedas se puede vivir tranquilo. Sacó el
 cálculo.
 Si trabajaba y ahorraba su salario, y algún dinero extra que recibía, en
 once o doce años juntaría lo necesario. "Doce años es mucho tiempo",
 pensó.
 Quizás pudiera pedirle a mi esposa que buscara trabajo en el pueblo por un
 tiempo. Y él mismo, después de todo, él terminaba su tarea en el palacio,
 a  las cinco de la tarde, podría trabajar hasta la noche y recibir algun a
 paga extra por ello.

 Sacó las cuentas: sumando su trabajo en el pueblo, y el de su esposa, en
 siete años reuniría el dinero. Era demasiado tiempo!!! Quizás pudiera
 llevar al pueblo lo que quedaba de comida todas las noches y venderlo por
 unas monedas. De hecho, cuanto menos comieran, más comida habría para
 vender...  Vender... Vender... Estaba haciendo calor, para qué tanta
 ropa de invierno? Era un sacrificio, pero en cuatro años de sacrificios
 llegaría a su moneda cien.

 El rey y el sabio volvieron al palacio. El paje había entrado en el
 círculo del 99... Durante los siguientes meses, el sirviente siguió sus
 planes tal y como se le ocurrieron aquella noche.

 Una mañana, el paje entró a la alcoba real golpeando las puertas,
 refunfuñando y de pocas pulgas. Qué te pasa? - preguntó el rey de buen
 modo.
 Nada me pasa, nada me pasa.
 Antes, no hace mucho, reías y cantabas todo el tiempo.
 Hago mi trabajo, no?  Qué querría su Alteza, que fuera su bufón y su
 juglar también ?

 No pasó mucho tiempo antes de que el rey despidiera al sirviente. No era
 agradable tener un paje que estuviera siempre de mal humor.

 Moraleja:
 De Los Tres Tesoros de B. Rajneesh.
 Qué pasaría si la iluminación llegara a nuestras vidas y nos diéramos
 cuenta, así, de golpe que nuestras noventa y nueve monedas son el cien por
 ciento del tesoro. Que no nos falta nada, que nadie se quedó con lo
 nuestro, que nada tiene de más redondo cien que noventa y nueve,  que esta
 es sólo una trampa, una zanahoria puesta frente a nosotros, para que
 seamos estúpidos, para que jalemos del carro, cansados, malhumorados,
 infelices resignados. Una trampa para que nunca dejemos de empujar y que
 todo siga  igual.......Cuántas cosas cambiarían  si pudiésemos disfrutar de
 nuestros tesoros tal como están aquí y ahora.

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