Tú, que tienes
tantas ganas de llorar,
no lo hagas más.
Cierra los ojos,
no sientas tu cuerpo;
respira profundo
y deja que la paz
anide en tu pecho.

Vuélvete liviana,
déjate flotar.

Vete con el viento;
sube hasta donde
las aves dan vueltas,
sé una de ellas.

Cúbrete de sol,
ríe con la brisa;
tus brazos son alas
y puedes volar.

Quédate allá arriba
el tiempo que quieras.

Vuelve cuando puedas
sonreír de nuevo.
Mientras tanto vuela
y disfruta la vida.

Recuerda, eres libre.
¡Aprende a soñar!
Muy quieta y tranquila,
¡échate a volar!

Ma.Ingrid octubre del 2005.

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