UN INOCENTE PASATIEMPO
(escrito por nuestra amiga Aliciamaría Treviño)
No quisiera  que sonara a chisme, pero mis vecinos  se bañan.

No es una sola ablusión prolongada,  sino que la interrunpen con pequeños quehaceres
intrascendentes como comer, trabajar, hacer el amor,  etcétera;

Mis vecinos se bañan en compañía y por separado.  Se bañan supongo, porque se ensucian,
porque les place, por imitación, por costumbre. Por convicción,  porque son buenos
ciudadanos y desean que se les considere dentro del contexto de personas civilizadas. Por
respeto a ellos mismos y los demás.  Se bañan a todas horas,  ante cualesquiera
circunstancia o clima.

Se bañan con alegría, con placer, con cuidado, con picardía, con paciencia, con técnica, con
imaginación, se bañan, se bañan. Con fruición, como algo imprescindible e impostergable,
como meta, como logro vital.

Supongo que dejarán para después algunos compromisos menos serios y urgentes, mientras
disfrutan de un buen duchazo incluyendo por supuesto el cepillarse la espalda concienzuda y
mutuamente comentándose entre ellos lo que tienen planeado para realizar durante el
siguiente baño.

Cuando el deber los obliga a salir de casa, regresan atropelladamente supongo, a medio
desvestir pues en fracción de segundo se escucha su parloteo jubiloso bajo el revitalizador
abrigo de la regadera.

Mis vecinos se bañan como si fuera la primera y última vez, con entrega, con júbilo, con fé.
Se bañan porque pueden, porque quieren, por deber, por obligación, por derecho, por
sucios,  por algún obscuro trauma psíquico. Ensayan analíticos diferentes jabones y cepillos,
 toallas y demás enseres apropiados.

Se bañan además de, en lugar de y a la vez de todo. Lo frustrante es que no lucen
impecables como es lógico suponer.  A ella se le olvida el detalle intrascendente de peinar
su larga cabellera, a él  rasurarse y a la prole vestir algo que coordine, así como lavar lo que
se ponen con la misma frecuencia que su húmeda integridad corpórea. Evidentemente, a éllos
les gusta bañarse, pero con seguridad no es la suciedad de su piel  lo que pretenden limpiar.

Pasó el tiempo y con una sonrisa que no puedo reprimir,  trataré de relatar lo que mi mente
oficiosa ideó incontrolable ante la incidencia decididamente patológica de mis vecinos por
bañarse.

Un día que no puedo olvidar, tocó a mi puerta mi vecino de la planta baja y con disgusto
evidentemente mal reprimido, se quejó de que el drenaje de mi cuarto de baño era
responsable directo de lo que venía sucediendo en el suyo.  Ante su insistencia  bajé a
constatarlo y pude darme cuenta de su desgracia.

Se llamó a los plomeros y técnicos expertos en drenajes y todo  pareció volver a la
normalidad, pero es evidente que toda acción motiva una reacción y aquellos excesos
acuáticos no tenían por qué ser  una excepción.

Mis vecinos siguieron bañándose todos a la vez y luego, cada uno por separado.  En la
mañana, al mediodía, en la noche  y hasta el amanecer. Al llegar de la calle, después de
alguna actividad, antes de salir de casa  y otra vez al regresar, con fuerte gripa y hasta
con tos cavernosa.  En el más agresivo de los inviernos y con un sol candente. Como
premio y en castigo. Mis vecinos, tan aislados, tan poco comunicativos, tan ausentes de
los acontecimientos cotidianos,  quizá en compensación o por simple prurito, se bañan
ante todo, por todo y en lugar de todo.

Tiempo  después, con el odio reflejado en toda su actitud, volvieron a informarnos que su
baño era poco menos que la fuente de Neptuno por algún siniestro maleficio del nuestro.
Las mil fuentecillas provenientes del techo y  las paredes, competían alegremente con la
regadera original.

En mi fuero interno,  confieso que no pude menos  que conjeturar que aquella pródiga
avalancha, era sin lugar a dudas la venganza justiciera de  algún dios mitológico e la
lluvia. Todo el sistema hidráulico de la construcción acabó por solidarizarse en la
ininterrumpida actividad de sus moradores, decidido a no dejarse opacar por la
competencia y que yo sepa, así continuó por los siglos de los siglos; después de todo
no es más que un inocente pasatiempo.


 
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