UN AMANECER RADIANTE
(Escrito por nuestra amiga
Silvia Sanchez Castrillej)
Hola, os mando este escrito que he publicado con la misma ilusión que el anterior.  La temática quizá en algunos capítulos pueda ser dura, ya que trata sobre el holocausto. Aunque creáis que no es apropiada su publicación, gracias igualmente por vuestra atención. un beso, Silvia.

Durante la mañana hemos “jugado” a encontrar las diferentes pistas que nos ayudarían a encajar el puzzle. Ahí estábamos Lena (de Baikal), Natalia (Moscú) y yo (made in Spain).

Así es como empieza más o menos la aventura de las dos semanas que viví en Neuengamme (campo de concentración al norte de Alemania).

Antes de ir, leí un libro titulado:”El hombre en busca de sentido”, escrito por V.Frankl, el cual cuenta sus experiencias como prisionero en un campo, analizando la situación en todo su contexto. En un momento dado, llega a establecer un baremo para clasificar a los hombres.
Es decir, y estamos hablando de uno de los psicoanalistas más prestigiosos, para él no consiste en decir, por un lado los nazis (= los malos) y los prisioneros (= los buenos). El parámetro que utiliza para distinguir a los hombres es la honradez.

“Los que son honrados respecto a los que no lo son”.

Y nos hemos encontrado con un millar de historias de personas que fueron honradas y actuaron de acuerdo a sus principios: el memorial de Neuengamme tiene un hueco muy especial para un hombre (recientemente fallecido) que dado su dominio de idiomas, durante su internamiento en el campo, estuvo trabajando en la administración. Desde su puesto y con el riesgo que corría, siempre que podía ayudaba a sus compañeros más debilitados  (v.g.: cambiando sus números (que no nombres) por el de compañeros que habían muerto, para librarles de tareas pesadas).
No le conocí pero sí que vi una entrevista grabada en video de él. Durante las dos horas que duró la cinta, habló de la vida diaria en el campo y, sin embargo, me dejó con la intriga de su función, ya que no dedicó ni un minuto a hablar de si mismo. Un hombre que, según nos cuenta Karen, salvo la vida de cientos de personas.
Él era un hombre honrado. Era un héroe.

Pero también está la historia de aquel poeta famoso, que fue muerto en extrañas circunstancias, durante su internamiento. La verdad ha salido a relucir recientemente, cuando iban a concederle un reconocimiento honorífico  post-mortem por su sufrimiento en el campo. Uno de los compañeros del difunto poeta, cansado de todos los méritos recibidos por aquél, denunció públicamente que fue asesinado por sus propios compañeros, ya que era un delator y les perjudicaba constantemente.

“El poeta” y “el hombre que nunca hablaba de sí mismo”, son dos ejemplos completamente antagónicos del tipo de persona que pudieras hallar por esos lares.
 

La introducción:

 Buscando a través de la página web de SCI los parámetros cultura y Alemania (quería practicar un poco el idioma) fue como encontré el Campo de Concentración de Neuengamme. Parecía a simple vista un proyecto muy interesante, que tenía lugar  entre el 10 y 24 de agosto. Incluían algunas salidas culturales, como la visita al campo de Sandbostel, la ciudad de Lübeck y bañarnos en las aguas del Mar Báltico. A cambio, lo que podíamos ofrecer eran unas horas de nuestro tiempo para ayudar en el mantenimiento del campo. Más adelante, comentaré mi trabajo más detenidamente.

Si conocéis o habéis participado en un proyecto de este tipo, sabréis que el idioma oficial siempre es el inglés. Y fue así como, con mi inglés chapurreado, me planté allí.
 

La mayoría de los voluntarios (o mejor dicho voluntarias) eran de Rusia. Además había dos chicas de Bielorrusia, dos de Ucrania y una alemana.
Eran chicas que rondaban los veinte años, pero cada una con una serie de motivos diferentes para acudir al proyecto.
Entre ellas, había dos nietas de supervivientes. Una de ellas, había decidido investigar más sobre lo que había ocurrido aquí con su abuelo, y estudiaba Historia en su universidad.
Y luego estaba Natasha :
 El último día, nos contó la historia de su abuelo. Y así nos reunió a todas en la tienda de campaña, donde  normalmente comíamos, por la noche.

Su abuelo, un hombre de veinte años, fue reclutado en Ucrania. Tras pasar por varios campos, llegó a Neuengamme. Aquí fue destinado a trabajar en el comando Elba (conocido como el comando de la muerte), donde trabajaban en la construcción de un canal que enlazase el campo con la ciudad de Hamburgo. Las condiciones eran ínfimas y las bajas constantes.

Neuengamme empezó como un campo satélite de Sachsenhausen, pero en 1940, llegó a tener “peso” por sí mismo. Llegó a albergar 100.000 prisioneros y ,en dos ocasiones, el bunker se usó como cámara de gas; aparte, tenían una horca en mitad del patio y, para colmo de males, tenían en plantilla al Dr. Heissmeyer.

El Doctor, empezó  a realizar experimentos con algunos prisioneros. Todo valía. Natasha nos enseñó fotos de un hombre con el cuello lleno de bultos. Heissmeyer , entre otros, les inyectaba los bacilos de la tuberculosis. Quería averiguar si las personas tenían inmunidad natural a la enfermedad y desarrollar una vacuna contra ella.
Doscientos prisioneros fueron usados como conejillos de indias y sólo sobrevivió el abuelo de Natasha…

 Hamburgo es una ciudad más que recomendable para visitar. Leyendo artículos, algunos la llamaban “la Venecia del Norte”. Tiene un puerto espectacular, cargado de historia, y lo más peculiar fue, para mí, ver el lago Alster en el centro.
El primer contacto con Hamburgo, fue apurado de tiempo; y así en día y medio estuvimos Althea y yo callejeando por los canales, principales monumentos, e incluso, por el Reeperbahn, lugar donde los marineros se consolaban en amores. Entre las callejuelas que conforman este barrio, hay una calle vetada para las mujeres y los niños. Tan solo pueden ir los varones. Y es que , según cuenta la historia, donde ahora hay “escaparates” en el que algunas mujeres  exhiben sus encantos, hace aproximadamente cien años , algunas mujeres decidieron pasear con sus maridos por aquí, ante lo cual las prostitutas empezaron a arrojar verduras, frutas y todo lo que tenían a mano, para hacerlas ver que no eran bienvenidas.

El puerto de la ciudad

Pero lo que sorprende de la ciudad, como he dicho arriba, es su historia. No olvida.
Y aún recuerda, en monumentos como St. Nikolai lo ocurrido hace unos años.  En concreto en el emplazamiento de St. Nikolai. , encontramos en una esquina, una alusión a todos los que fallecieron en un campo de prisioneros, llamado Sandbostel.

 Nosotras tuvimos la suerte de poder visitarlo in situ. De hecho, hay voluntarios que se encargan de adecentarlo. Ahora tienen la labor de dar a conocer a un mayor número de gente lo que ocurrió allí.
    
Según escribo, me viene a la cabeza un monumento (ya sé que no tiene mucha relación con lo expuesto hasta ahora) que vi en un pueblo al sur de Austria. En cuestión, se trata de un una espada tallada en piedra en honor a todos los soldados que fallecieron del bando fascista. En aquel momento, que también estaba con Althea, mi amiga, que es alemana, se llevó las manos a la cabeza y empezó a sacar fotos diciendo que era la primera vez que veía algo igual.
Realmente no sé si es así, si en el país germano han logrado eliminar cualquier referencia alusiva al bando fascista. Lo que sí es cierto, es que resulta doloroso para este pueblo recordar este momento de la historia. Y es que, quién mas quien menos, conoce historias que les toca.

Aun recuerdo como Cristian, uno de nuestros coordinadores, nos contaba que cuando él era pequeño, tenía una vecina que era muy cariñosa. La mujer siempre estaba volcada en él y en sus hermanos: les hacía regalos, les sacaba a pasear…; siempre se preguntó por qué esa mujer era tan atenta con ellos. Más tarde, cuando ella murió, sus padres le contaron la verdad: aquella anciana había estado en un campo de concentración, y al igual que otros prisioneros, le esterilizaron (eran contrarios a que muchos de ellos pudieran tener descendencia). Era así como su instinto maternal y ganas de ser madre lo volcaba en sus vecinitos.

Pero, y esto lo digo con conocimiento de causa, al hablar con algunas personas, cuentan que en aquellos años en que los nazis empezaron con la “limpieza racial”, ellos no sabían realmente lo que estaba pasando. No sospechaban nada, no sabían que les ocurría a aquéllos que eran “tomados” por los nazis. Era un misterio.

Según se puede ver en una exposición del campo, había alrededor de mil centros de trabajo esparcidos por la ciudad de Hamburgo. A estos centros, acudían muchos de los prisioneros. Debían ser eficientes en su labor ya que si no serían duramente castigados. Y en algunos casos, estos prisioneros se mezclaban con peones normales. Eso sí, tenían terminantemente prohibido hablar con ellos.

Por otra parte, los prisioneros, tan solo una pequeña parte de ellos, podían comunicarse, a través del correo, con el exterior. Pero el contenido de las cartas era muy “light”, ya que previamente tenían que pasar por las oficinas.

Además, el campo de concentración estaba próximo al pueblo, y de vez en cuando recibían visitas, como las del panadero (muchos de ellos, intentaban congraciarse con ellos para conseguir “ciertos favores”).

¿Realmente no sabían nada?

Muchos jóvenes querían formar parte del bando nazi. Tenían que pasar sus pruebas y exámenes: es decir, no era tan sencillo acceder.
Si os acercáis a Neuengamme veréis que hay una pequeña exhibición, dedicada íntegramente a ellos. Cómo era su vida diaria, algunas figuras que destacaron en el campo…; sin embargo, por unanimidad, se optó por poner fotografías pequeñas de ellos para evitar el riesgo de que alguien pudiera magnificar su figura, con sus uniformes y portes. No pretenden, ni muchísimo menos, justificar su labor, pero sí que se conozca lo que ocurrió entre aquellos muros desde todos los puntos de vista.

Por que, siguiendo con la reflexión: ¿qué pasó con muchos de ellos una vez finalizada la guerra? que pasaron a ocupar cargos de funcionarios y una serie de puestos que había en aquel momento vacante. Es decir, el mismo perro pero con distinto collar.
También se comenta que algunos fueron utilizados por sus conocimientos y formación para “trabajar” bajo las órdenes de potencias como los USA.
Lo que se podría calificar, como una salida relativamente airosa.
 
Algo que recuerdan todos los supervivientes y recalcan mucho al hablar de sus vivencias, son dos momentos: el transporte al campo y los  rolling-call  (“pasar lista”).

Pasando lista a los prisioneros

Es decir, tras pasar varios días en condiciones lamentables en un tren, donde faltaba el aire al respirar, finalmente llegaban al campo.
Cabe hacer una diferenciación entre distintos tipos de campos:
- campo de exterminio por trabajo, en  el que la idea era también acabar con los prisioneros pero a fuerza de trabajar en unas condiciones ínfimas
- campo de exterminio, cuya misión era matarles directamente. Pocos supervivientes escaparon de este tipo de campo.

De hecho en Auschwitz, había los dos tipos de campo, siendo Auschwitz- Birkenau propiamente el de exterminio.

Lo primero que les hacían era quitarles sus pertenencias, afeitarles el pelo de todo el cuerpo y darles un número. Los que sabían alemán tenían ciertas ventajas, ya que podían trabajar en puestos administrativos y gozar de ciertos privilegios. Los que no sabían, tuvieron que aprender algunas frases (órdenes que solían dar los nazis) a marchas forzadas por la cuenta que les traía, ya que cualquier motivo era justificado para castigarles y pegarles.

Los castigos podían ir desde la agresión física a otros como, por ejemplo, privar a aquellos que podían, de recibir correspondencia de sus familiares. Eran especialmente crueles los Kapos, los cuales tenían que hacer valer su autoridad sobre el grupo.

Algo que me llamó la atención es que, en ocasiones, los designados como Kapos eran hombres que habían sido arrestados por comunistas.

En cuanto a los prisioneros, ¿Cuál era su perfil?:
 evidentemente judíos, pero también gitanos, personas acusadas de apoyar una política opuesta al régimen, Testigos de Jehová, asociales  (desempleados, personas sin hogar, prostitutas…),  homosexuales (éste último es irónico ya que esta acusación normalmente no tenían forma de demostrarla y por otra parte, las relaciones homosexuales se daban en el campo frecuentemente por parte de Kapos con algunos presos, y esto, sin embargo, no era denunciable. Las mujeres lesbianas estaban incluidas dentro del grupo de los asociales), etc.

Cada persona debía llevar un triángulo que le relacionase con alguno de los grupos mencionados, así, por ejemplo, el  de los “políticos” era de color rojo o el de los homosexuales, rosa.

 Uno de los temas menos tratados y de los que más silencio se guarda es el de la prostitución. Tema delicado donde los haya, lo cierto es que la mayoría de aquellas mujeres que fueron obligadas a ejercerla, guardaron y guardan silencio por vergüenza o por los motivos que impulsen a cada cual. Muchas de estas mujeres procedían de Ravensbrück (campo de concentración femenino) y básicamente el único requisito que se las pedía es que preferiblemente fueran alemanas, “con sangre aria”.

Una mujer rusa contaba que nada más llegar a Ravensbrück  un hombre iba separando a las feas (iban a las fábricas) de las guapas  (reservándolas un trabajo incierto).
La verdad es que para recompensar a los Kapos o a ciertas figuras del campo por “una buena tarea”, la práctica de la homosexualidad no era suficiente. Y así, les proporcionaban mujeres.
Generalmente, tras una previa limpieza de la chica, entraba en un cuarto donde mantenía relaciones sexuales. La puerta solía tener una mirilla por la que el guarda pertinente vigilaba de que no opusiera ningún tipo de resistencia. Escuché algunas pocas historias de aquellos encuentros carnales: en un lecho del que salieron confidencias, tristezas, desahogos y rabia.
Actualmente, en la ciudad reside un matrimonio que se conocieron en uno de aquellos encuentros.
 
Nada era sencillo. Lógicamente no tomaban ningún tipo de anticonceptivo, y surgió la cuestión de cómo abordar el tema del embarazo.
 En un principio, en concreto me remonto al caso de unas mujeres del este que trabajaban en una fábrica, tras una serie de violaciones algunas quedaron en estado. El régimen decidió deportarlas a sus países de origen y que tuvieran allí a su descendencia. Pero con el tiempo, vieron que aquello no era rentable. Así pues, optaron porque se quedaran en el campo o bien fueran trasladadas a otros. Una idea que no dejó indiferente.
Si ya la vida era muy difícil para una mujer en este contexto, con una criatura a su cuidado lo era más. Debía velar por su seguridad y no era nada fácil: ya que muy pocos niños sobrevivían al horror.
Conocidas son las estremecedoras narraciones de aquellos muy poco honrados doctores que las hacían abortar introduciéndolas ácido por la vagina o bien a aquéllas que estaban en un estado avanzado de gestación, extraerles el feto a lo bestia.

¿Cómo se puede justificar este vandalismo? Hace poco vi en televisión a varios hombres que trabajaron en estos campos, y se justificaban diciendo que ellos veían a los prisioneros como al enemigo. Y como tales había que destruirlos ya que si no lo harían ellos…: aseguran que tan sólo cumplían órdenes. Era espeluznante como esas personas frente a la cámara se explicaban plenamente convencidas de sus palabras…
 
 Un día normal para nosotras era levantarnos a eso de las 7,30 A.m. y desayunar. Después comentábamos un poco lo que íbamos a hacer durante el día y luego marchábamos a nuestro trabajo. Las más afortunadas trabajaban en las oficinas traduciendo textos de prisioneros, y las demás estábamos repartidas entre el grupo de carpintería, ´”albañilería” y el canal.
A mí me tocó trabajar en el canal. Nuestra tarea consistía en quitar algunas ramas que dificultaban la visibilidad de las compuertas de aquél (significativamente histórico). Así, nos calzábamos unas botas que nos llegaban hasta las ingles y con mini-hachas y tijeras especiales arrancábamos las ramas. Teníamos que ir con cuidado ya que, aunque el canal no era muy hondo, en un par de ocasiones dimos un par de pasos en falso y nos calamos de agua hasta las orejas. Aún recuerdo saliendo del agua y corriendo a toda prisa a nuestra habitación para cambiarnos de ropa y no resfriarnos. ¡Qué historias!

Karen era nuestra coordinadora junto con Eliah (su bebé).  Normalmente estábamos hasta la hora del almuerzo y después volvíamos al curro hasta las 17.00 de la tarde.
Luego ya nos dejaban tiempo libre para visitar la ciudad, usar internet, leer…

A Karen en muchas ocasiones, algunos visitantes, le preguntan: ¿por qué no escapaban los prisioneros por el canal nadando?
- Bien, miren ustedes, para empezar estos hombres estaban extenuados, no tenían fuerza para nadar semejante trayecto, pero ¿y una vez que en el hipotético caso lo hubieran conseguido, adonde  iban? En la mayoría de los casos  venían de otros países y no entendían el idioma, no tenían dinero (pero sí muchos detractores en las ciudades o pueblos capaces de denunciarles) ni conocidos o familiares en la ciudad ¿qué podían hacer?- .

De hecho, no se conoce ningún caso de alguien que consiguiera escapar de “la fortaleza”. Y si alguien lo consiguió, ha permanecido o permanece su testimonio en el más absoluto de los anonimatos.

Cuando los prisioneros fueron liberados tuvieron que enfrentarse a la pregunta ¿qué hago? ¿Adonde  voy?
¡Hay que ponerse en situación! Algunos decidieron volver a su tierra de origen, como el abuelo de Natasha, quién consiguió tener una vida todo lo normal que se pueda tener después de una experiencia así; otros decidieron empezar una vida nueva y fijaron sus horizontes en lugares como Norteamérica.
Israel fue un destino elegido por otros tantos, y algunos, incluso, se quedaron en Alemania.
Enseguida se formaron asociaciones de exprisioneros que pedían una indemnización y acusar a los culpables por todo lo que habían sufrido. Este aspecto a fecha de hoy sigue sin estar completamente resuelto. Parte de ellos han recibido su indemnización económica pero no todos.
Cuando se piensa en el perfil de prisionero nos viene a la cabeza el de un judío, pero hubo más: hubo gitanos, testigos de jehová…, medio olvidados por el cine o la historia sensacionalista (con perdón por el  término).
Incluso está el caso de aquel exmilitar nazi que pedía una pensión al gobierno por aquellos años en que estuvo trabajando en el campo de concentración. ¿?

“En el 42 vinieron al campo un grupo de prisioneros de guerra soviéticos. Todos ellos estaban alojados en un barracón aislado del resto. Estaban apelotonados y prácticamente olvidados. Puede que con ellos se ensañaron mucho más…”

Entre los soviéticos había dos grupos:
- los que venían directamente del campo de batalla (prisioneros de guerra)
- los que “capturaron” y trajeron al campo. Ellos eran conocidos como “mano de obra del este”. En ocasiones, hombres del primer grupo con el tiempo pasaban a formar parte de esta mano de obra.

Se habla mucho de las víctimas judías, pero el segundo grupo más numeroso fue el de los soviéticos. Perecieron 3,3 millones.
El régimen decidió ir contra de ellos ante el peligro que suponían. La idea era, en ocasiones, sitiarles en sus propias regiones. De hecho, de esos 3,3 millones, setecientos mil murieron en Bielorrusia. Pero los restantes fueron a parar a campos de concentración de Alemania.
De entre los que venían, también se puede distinguir: entre los que iban a dedicar su vida a trabajos forzados o bien venían a ser directamente fusilados (el procedimiento solía ser un tiro en la nuca).
Los soviéticos fueron los primeros en participar en los experimentos médicos (recordemos la figura del temible Heissmeyer).

 Pese a que había una serie de acuerdos respecto a como debieran ser tratados los prisioneros de guerra, no se cumplieron. Y así pues, destinaron a 1000 prisioneros a un barracón que tenía capacidad para trescientas personas.

Uno de los supervivientes recuerda con horror como en el 42 cuando fue usado el bunker como cámara de gas, obligaron a todos los prisioneros a presenciarlo.

- Lamentos terribles que duraron en torno a veinte minutos- comenta. En tanto en cuanto ellos eran forzados a cantar. Así mientras visionaban esa imagen dantesca, lágrimas y canticos esbozaban al unisono.
 
En ocasiones, era frecuente que los nazis obligaran  a sus prisioneros a ser testigos de ejecuciones masivas. Era una forma de reducir cualquier ápice de rebeldía y demostrarles hasta donde eran capaces de llegar.

El abuelo de Natasha

 
Previamente, hagamos un poco de historia. Resulta que en 1945 cuando veían claro el triunfo del enemigo, Himmler dio la orden de no dejar ningún deportado vivo en manos de los aliados. Así pues, pusieron en marcha sus planes, echando a los prisioneros a las carreteras, en lo que se conocían como “las caminatas de la muerte” o bien por mar. Aquí es donde entra el buque  Cap Arcona. Éste junto a otros dos un día de mayo fueron usados para transportar alrededor de diez mil personas.
La idea era deshacerse de todos ellos, para que nadie supiera lo que había ocurrido. En estos trayectos, no era la primera vez que se practicaba, trataban a los hombres lamentablemente y luego les abandonaban en alta mar. La idea era dejarles morir sin más testigo que el mar.
Este episodio, el del Cap Arcona, considero que no ha sido suficientemente tratado. El plan era bombardear los buques. De hecho, unos submarinos alemanes pululaban por los alrededores.
Sin embargo, aquel día un avión inglés sobrevolaba la zona.
Al divisar los barcos alemanes, empezó a bombardearles sin reparar en que la mayoría eran prisioneros civiles.
Ni siquiera hay unanimidad en cuanto al número de muertos. Tan sólo unos centenares. Un superviviente que salió con vida, Bertran, decía que la SS empezó a disparar a diestro y siniestro, perforando a su vez muchos de los botes. Los que no murieron asesinados, quemados o ahogados se intentaron agarrar a los tablones que flotaban. La mayoría se ahogó.
Ningún gobierno británico se refirió jamás a las muertes del Cap Arcona. Se cavaron fosas comunes a lo largo de la playa entre Lübeck y Pelzerhaken.
Sesenta años más tarde esta tragedia es casi un tabú. Tan sólo en Francia unos pocos deportados supervivientes reclaman la verdad.

La suerte quiso que en esta ocasión, de nuevo, el abuelo de Natasha, que iba a bordo del Cap Arcona, se salvase.
Su nieta nos comenta que él se considera, dentro de toda la desgracia, un tipo con suerte ya que consiguió sobrevivir a las garras de Heissmeyer y a la masacre del Arcona.
Actualmente tiene alrededor de noventa años. No ha sido hasta hace quince años, cuando se ha atrevió a volver a Neuengamme después de su liberación y recordarlo todo. Apenas volvió otra vez. Está orgulloso de que Natasha  decidiera conocer el campo pero él se entristece cada vez que se acuerda de aquellos años.

De hecho, es curiosa la reacción del ser humano. Cuando Neuengamme se abrió de cara al público como memorial, muchos supervivientes fueron mientras que otros decidieron, a pesar de invitaciones, no volver jamás.
Recuerda Cristian, como uno de aquellos exprisioneros al entrar en un barracón se sentó en la esquina de un banco y con la cabeza entre las manos se preguntaba lloriqueando “¿por qué?”.
 
La raza aria. Una raza superior

Esto es lo que defendieron personas como Himmler.
Antes de volar para mi proyecto, estuve investigando: desde la historia del campo hasta conceptos más generales, tales como ciertas pautas de la ideología nazi. Aunque ha llovido mucho desde entonces, es curioso como el tema sigue despertando gran expectación y cada poco tiempo salen noticias relacionadas.
Hace un par de meses recuerdo que en la prensa local salía un reportaje acerca de Julio Martínez Santa Olalla, un burgalés que tenía como alias “el arqueólogo de los nazis”. Y es que sin ánimo de irme por los Cerros de Úbeda, sale a relucir el tema de la obsesión que tenían por buscar la raza antecesora de la germana.
De hecho se llegó a creer que el origen de aquellos ancestros procedía de lugares tales como Castiltierra (Segovia) o las Canarias, donde las crónicas históricas hablaban de sus aborígenes como de seres altos, rubios y de ojos claros, posiblemente descendientes de los habitantes de la Atlántida (leyenda que, al igual que la del Santo Grial, también persiguieron los nazis).

 Y siguiendo en este contexto viene a colación (aunque a muchos os sonará) todo el entramado y pautas que se adoptaron para el mantenimiento de “esa raza superior”.
Himmler dio a conocer una teoría en torno al origen de Jesucristo. El jefe de la SS pensaba que el bíblico Jacob (nieto de Abraham e hijo de Isaac) era de sangre aria y que sus descendientes, incluido Jesús, eran, en consecuencia, todos arios…
 
… Y se crearon las lebensborn. Eran centros de mujeres arias destinadas a procrear con los SS (vamos, hablando pronto, lo que se dicen “criaderos”)
Esta idea se llevó a la práctica a mediados de los años treinta, siguiendo la máxima de que cada soldado fuera padre de cuatro hijos.
Las mujeres solteras participantes tenían la oportunidad de vivir en  hogares especiales y recibir soporte financiero por parte del Estado, mientras que los niños eran adoptados.

Se calcula que nacieron en estas clínicas en torno a siete mil niños  entre 1936 y 1945.

Aquellas mujeres que eran reclutadas para fines reproductores, ya que reunían las características de la raza aria, podían estar con sus hijos, tan sólo, durante  un periodo de tres meses.  La razón se debía a que los niños nacidos en los centros pertenecían al Reich y no debían sufrir la influencia de sus padres biológicos.
En contra de lo que se pueda pensar, había muchísimas jóvenes que se ponían al servicio de la causa, ya que era una honra contribuir al servicio del Estado.
Como he comentado más arriba, estos niños posteriormente eran adoptados. Ni que decir tiene, que los bebés que nacían con una malformación eran exterminados inmediatamente.

Lebensborn

Hitler también pretendió establecer lebensborn en países escandinavos.

Como cotilleo, mencionar que el nacimiento de Annie- Frid Lyngstad, la cantante pelirroja de ABBA fue fruto de inseminación de un soldado alemán con una joven noruega. En un artículo comentaba lo difícil que había sido la vida para esta mujer.

En 1944, viendo el panorama bélico, se decide potenciar este programa buscando en países como Polonia, niños que reunieran las características arias.
Es decir, y resumiendo, más de doscientos mil niños fueron raptados y enviados a los centros lebensborn, donde se les cambiaba el nombre y fechas de nacimiento, y se les convertía en “perfectos alemanes”.

Algunos tuvieron la suerte de ser dados en adopción a familias nazis. Pero la mayoría tuvo que someterse a experimentos de los médicos nazis y, especialmente, las niñas, que una vez que cumplían los diez años eran sometidas a un tratamiento hormonal que adelantaba la pubertad y las convertía en máquinas reproductoras de la SS, pasando directamente a los “burdeles biológicos”.
 

La mayoría de aquellos niños que fueron concebidos en las lebensborn siguen vivos y desconocen sus orígenes.

El Bautizo de Olaf
 
 En concreto, este testimonio fue recogido en un periódico de tirada nacional.

Olaf pasó sus primeros años en una institución nazi. Su madre, una dirigente de la SS, era oficial de la policía en Estrasburgo. Fue en el centro de Stenhering donde dio a luz a su hijo.
Olaf fue bautizado según el rito germánico (en lugar del bautismo católico). Básicamente la ceremonia se desarrollaba en una mesa cubierta con una cruz gamada en medio de una sala, en cuyos muros había retratos del Führer. Se depositaba al recién nacido sobre un cojín con la cruz gamada. Alrededor del niño, había tres oficiales de la SS con uniforme de gala.
Según Olaf, su padrino mandaba a las tropas nazis en el frente ruso y vino expresamente en avión para colocar en su cuna el puñal de la SS y el anillo con la calavera (distintivos de un futuro jefe).

Su madre era antisemita, una incondicional de Hitler. Estaba orgullosa de que su hijo hubiera nacido “dentro de la institución”, signo de que pertenecía a la élite aria.
Pero a los catorce años, Olaf, leyó la colección completa del proceso de Nuremberg y dijo a su madre: ¿Cómo has podido hacerlo, cómo has podido asesinar a toda esta gente? […]

Ya siendo adulto, Olaf realizó numerosos viajes a Israel y cada vez que lo hacía era para pedir perdón.
 “- Aunque yo no tenía la culpa de nada, no podía dejar de pensar que sobrevivieron a pesar de gente como mi padre y mi madre – “
       Posiblemente todos estos niños, no fueron más que víctimas de la monstruosa utopía de Hitler. Y es que, cuando terminó la guerra nadie los quería.

Nos comentaron que, tras la guerra, Neuengamme sirvió como un campo para “personas desplazadas” y, posteriormente, como centro de internamiento para antiguos nazis.
Todo sigue una cronología en la que tampoco pretendo extenderme mucho.
En 1948, las autoridades transfirieron el campo a la ciudad de Hamburgo, la cual construyó una prisión.
Era extraño, el hecho de que en aquel lugar que, con anterioridad había sido ocupado por barracones, en aquel momento era el patio en el que los reclusos jugaban, en ocasiones, al fútbol. El penal ha estado vigente hasta hace poquísimos años (clausurado a principios del s.XXI).
Por otra parte, a petición general de los exprisioneros, en 1953 se erige una columna conmemorativa en la antigua enfermería.

Y aquí es donde está el circo, ya que, desde que Neuengamme se “abre” y permite la afluencia del público, el penal es algo así como una atracción más. “Supongo que a nadie le gusta que le traten como a un mono de feria”.
Pero, y sin que se me escape, quiero hacer varias referencias. Primero, en torno a la enfermería.
El personal, muchas veces poco cualificado, y con pocos recursos materiales, debía enfrentarse a una situación moral: y es que tenía que decidir a quién salvaba.
Sin duda una difícil elección para un hombre honrado determinar quien debe vivir y quien no. Cristian, quién nos hizo de guía, al referirse a la enfermería siempre  entrecomillaba la palabra.
Como ya he comentado con anterioridad la práctica de experimentos llegó a ser común en el campo. Se pretendía probar la resistencia del cuerpo humano ante determinadas bacterias, temperaturas y situaciones extremas, para poder usarlo en su propio beneficio (en el ejército) o bien con el enemigo.

 “Los veinte inocentes”

 Un día trajeron veinte niños, con edades comprendidas entre los cuatro y doce años, de Auschwitz. Procedían de todos los puntos de Europa. Asustados, por no saber donde estaban y no entender el idioma, sirvieron como conejillos de indias a Heissmeyer.
 Una placa conmemorativa recuerda la tragedia acontecida aquí.
Aquellas víctimas estaban escondidas en un barracón. Nadie les veía, nunca salían a la luz, por  lo que el contacto con los prisioneros era inexistente, y sin embargo, todo el mundo sabía que estaban allí.
Estaban extenuados, postrados en un catre, moribundos. Al final de la guerra y, viendo la victoria del adversario, Heissmeyer decidió que sería conveniente deshacerse de ellos, para que nadie supiera lo que habían hecho. En una noche del sábado, les sacaron y llevaron a una nave vacía de la ciudad. Allí les ahorcaron uno a uno, intentando borrar toda huella que le relacionase con “el Doctor”. Uno de los doctores ayudantes que trabajaban con él, comentó  tiempo más tarde, ante la revisión del caso, que les había administrado morfina para aliviarles el sufrimiento.

Las Nápolas
Y en el extremo opuesto, estaban aquellos niños privilegiados que se formaban en “Las Nápolas”. Como educadora, es un tema muy interesante. Y aunque, nos salgamos del tema, quisiera tratarlo un poco.

También había para chicas.

Las Nápolas eran escuelas donde acudían niños con edades comprendidas entre los diez y dieciocho años. Se les exigía que fueran miembros de las juventudes hitlerianas, también la capacidad física y el talante de los jóvenes era importante.
El propósito era formar a una élite que en un futuro no muy lejano llevara las riendas del país.
Creadas desde la década de los treinta, se inspiraba en sistemas como la rígida enseñanza inglesa. Comprendía una serie de niveles, donde había una serie de grupos de muchachos liderados por uno de ellos. Se les sometía a pruebas de valor, y, en fin, debían mostrar su lealtad hacia el führer y la predisposición de dar incluso la vida por él.

Los costes de la escuela no eran desproporcionados, si bien es cierto, que no todos tenían acceso a éstas: `llevaban a cabo un proceso de selección, no aceptando, entre otros, a miopes o sordos.

Las asignaturas que se impartían, eran, más o menos, las convencionales: alemán, latín, matemáticas, biología, historia, canto, gimnasia.etc.
Lógicamente, distaban de ser objetivas y eran enseñadas por maestros que glorificaban la doctrina aria.
También realizaban muchas actividades deportivas: remo, escalada, fútbol, boxeo…

Y ocasionalmente viajaban con ánimo de conocer la “realidad” por Alemania y en el extranjero. Es decir, no permanecían aislados en “islas” sino que contaban con grupos al estilo boys scouts, donde los chicos compartían sus experiencias y aprendían una serie de valores.

Hay una película muy interesante que trata del tema, titulada: Nápola.

Retomando a Neuengamme, como he dicho en reiteradas ocasiones, guardo un montón de recuerdos. Y es que para cubrir necesidades tan básicas, como darse una ducha, debíamos caminar campo a través durante quince minutos para acceder a las instalaciones. Tan sólo disponíamos de dos duchas para veinte personas…

Con el transcurso de los años, en Neuengamme, hay muchos recuerdos físicos de lo acontecido en un pasado no lejano.
Así pues, hay una hilera de tumbas, donde cada una simboliza los muertos de diversas nacionalidades. También hay recordatorios más específicos como el que se hace a los familiares de las víctimas, los testigos de Jehová, los homosexuales, las mujeres…

Pero por encima de todos ellos, para mí tienen especial significación dos:

- en una esquina hay una sala donde todas las paredes están cubiertas por los nombres de las víctimas. Todavía queda un espacio libre, y es que como ellos nos cuentan, ocasionalmente surgen nuevas historias y nuevos nombres. Es impresionante.
- El segundo es la estatua del “doliente”.

Es una persona asexuada, no se sabe si es un hombre o mujer. Se puede “palpar” el sufrimiento de alguien consumido por el hambre. Las extremidades son desproporcionadamente largas y el escultor jugó con la posición de éstas, puesto que, como se aprecia en la fotografía, adquieren la forma de triángulos, que en total son tres.
 
Actualmente, con el penal clausurado y le realización de exposiciones, charlas, talleres, .etc.: se pretende que nada de lo acontecido quede en el olvido.

El doliente representa a todos aquellas víctimas (directas o indirectas) del régimen, que desde la desesperanza y abatimiento, soñaron con un amanecer radiante.

PAUTAS PEDAGÓGICAS
 

1. ACTIVIDADES EDUCATIVAS:
 

El memorial frecuentemente invita a exprisioneros a discusiones. En su página web (en alemán) muestran su programación.

La página web es: www. kz-gedenkstaette- neuengamme.de
 

También hacen ciclos de cine, organizan visitas guiadas, talleres, etc.
 

Además disponen de instalaciones permanentes de documentación como la biblioteca o el archivo (se tiene acceso con cita previa).

Desde 1995 se establece una exposición permanente  “lucha por la supervivencia” (en los antiguos talleres Walther, donde se muestra el modelo de campo de concentración, el interior de los barracones y muchos objetos auténticos.
La historia del campo está dividida en veinticinco secciones temáticas y la información se ofrece por fotos y sumarios. Disponen de dos videotecas, puntos de información y auditorio (se oyen testimonios reales).

Las visitas de institutos al campo, son muy frecuentes. Además de visitar el lugar in situ, disponen de numerosos recursos.

2. ¿Por qué conocer esta historia? ¿Cuáles son las lecciones más significativas a extraer?

En ocasiones, esta pregunta surge.

Y hay muchas razones y respuestas a ella:

- en primer lugar, el holocausto fue un punto decisivo en la historia de la humanidad (y como tal relevancia que tuvo, merece ser estudiado como otro capítulo de igual envergadura)
- Se toma conciencia del prejuicio, racismo y estereotipo existente en Alemania en aquellos años (puede ser una buena excusa en el aula, para tratar el tema de la tolerancia)
- Provee un contexto para explorar los peligros del silencio y la apatía (muchos sabían lo que ocurría y sin embargo, decidieron “volver la cabeza”)
- Demuestra el uso de la tecnología para prácticas destructivas (algunas “cabezas pensantes” al servicio nazi, posteriormente seguirán su labor al servicio de otras potencias, como la norteamericana).
- Y finalmente, para abordar el tema y responder a la pregunta de ¿ por qué?, hay que tomar conciencia de la complejidad del tema (factores históricos, sociales, religiosas , políticos y económicas)
 
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