TUMBAS DE SAL
(Escrito por nuestro amigo Adrian Enrique Navarro)

Era el año 2024. Los vientos de aquel entonces golpeaban fuerte las olas del mar, que poco a poco iban desapareciendo en el atardecer. El escenario - sin dudarlo - era un pedazo de tierra acompañado con un verde y fresco paisaje de dibujitos y animales no tan queridos. Todo esto era sin sentido.

En la ciudad, ardía el calor y la seriedad de los amores imprevistos, y yo veía a lo lejos a dos chicos que se estremecían en el aliento previo del amor. Era lindo ver esa imagen. Me llenó tanto de emoción ver eso. Por eso es que los seguí y quise saber más de ellos.

Él tenía 22, ella también, se dejaban ver fuertemente por el amor. Y seguí a él, se llamaba Henry, me impresionó ver tanto desastre en una persona, porque él estaba lleno de problemas que poco a poco descongojaban las ironías de la vida. Vivía en una casa no tan de locos, pero sí de gente con cultura interesante. Él era el mayor. Tenía luego que ver por su familia. Y las ironías de la vida le tenían preparado un juego muy peligroso.

Por tanto ella, se llamaba Giselle, vivía con sus hermanos. Parecía normal, todo se veía normal. Pero el juego de la vida es tan misterioso, que nunca da un por qué.

Me voy a dejar ver en estas vidas, lo que viene a continuación es solo para gente que tenga un sentido común y sobre todo un autocontrol de sentimientos fundamentales.

Henry, cansado de tanta historieta y filosofía barata, quería irse de este mundo, porque estaba cansado de vivir, estaba harto de las locuras que pone de frente Dios. Y eso era comprendido, porque él estaba en unas situaciones bien raras de conciencia. Había tenido unos amigos, no tan merecidos, que estaban involucrados con drogas, secuestros y rituales satánicos. Él era el de Logística, quién intervenía en los ideales fuertes de algún acontecer.

- Recuerdo sucesos que cada vez me llenan el cerebro de locuras frenéticas. Una vez, un hombre debía cierta cantidad de dinero, y el tiempo se le había acabado; la misión era matarlo sin piedad... y luego tomarle unas fotos para después tener más valor. Al hombre lo mataron sin piedad, lo degollaron, torturaron, y al final las fotos están en un álbum de cuentos.

Todo eso era triste, y lo aturdía cada vez eso recordar. Esos días que había estado metido en los Sudakas había sido de lo peor. Pero le había llenado de mucha experiencia.
Giselle había tenido un pasado un poco tolerante, más que todo de esfuerzo y sacrificios, siempre al lado de su familia - yo creo que jamás he visto familia tan unida como la de ella - ayudándose por un bien común.

Henry y Giselle tenían previsto vivir juntos y hacer un montón de locuras, que a veces parecían inalcanzables. Pero el Dios de los cristianos le quiso dar fin a todo eso, y puso una enfermedad en el cerebro de Henry.

Poco a poco las luces de Henry se estaban apagando, y la lucha era intolerable y agitadora. Giselle se deprimía, ella sola tratando de darle fe a Henry, pero él cada vez más estaba decidido a cometer una locura infernal.

Los exámenes cada vez afirmaban de la implacable enfermedad y el mundo de Henry se miraba entre hospitales, lamentos y cementerio... Giselle se deprimía al ver el dolor de Henry. Aquella pareja que una vez se vio feliz, ahora se ve desgarrada por la enfermedad lumbral.

Los días se contaban como gotas de agua al caer a un estanque... gota a gota y dolor con dolor. Un día vi que Henry salió con rumbo Sur, se miraba misterioso, no como iba vestido, sino la forma en que miraba a la gente. Tomó una decisión áspera. Pensando en la felicidad de Giselle (que siempre ayudaba a su familia) y también la de sus padres y sus hermanos, hizo la mayor compra de su historia. Una póliza de seguro por $200,000 (doscientos mil dólares), los cuales iba a cancelar en cuotas, que si le pasaba algo antes de los dos primeros meses, no podían reclamar los beneficiarios, pero si le pasaba algo después... el dinero era de ellos.

Los beneficios eran: Celine (Madre) 25%; Adrenne (Padre) 20%; Jeannette 10% (hermana); Hansell 15% (hermano) y Giselle 30% (Novia). Todo parecía para no creerlo.

Ni Giselle ni la familia de Henry sabía de esa locura, lo tenía bien oculto y parecía una gran sorpresa. Mientras tanto los dolores de cabeza aumentaban ferozmente.

Henry, se deprimía entre dolor y espanto. Pero logro pasar los primeros cinco meses de la enfermedad, y ya era hora de hacer el peor acto atroz de un humano.

Lo vi salir una mañana de martes, abordó el primer autobús que encontró. Se bajo por la Universidad, busco el local de la muerte y vio a Víktor, el jefe de los Sudakas. Y esto fue lo que se escuchó esa vez...

Viktor: ¿Qué haces aquí? Te dije que ya no vinieras.
Henry: Necesito un favor, gratis.
Viktor: Habla.
Henrv: Quiero que me asesinen y que todo parezca un asalto, o algo traumático. Como la vez que mataron a Frank.
Viktor: ¿Y por qué quieres hacer eso?
Henry: Porque ya no quiero vivir. Estoy cansado de la vida.
Viktor: Me parece una respuesta injustificada, dime la verdad, y te prometo matarte aquí mismo.
Henry: No, tampoco quiero que me mates aquí.
Viktor: Entonces, ¿Qué ganaremos?
Henrv: Parece mal que me digas eso, vos sabes todos los favores que te he hecho, y además creo que solo gastaras unos cuántas balas.
Viktor: ¿Por qué quieres hacer eso?
Henry: Porque estoy cansado de vivir, simplemente.
Viktor: ¿Cuándo quieres que pase eso?
Henry: El viernes.
Viktor: ¿Y dónde?
Henry: Vos sabes tu trabajo.

Todo fue traumático. Me parecía injustificado lo que Henry quería hacer con su vida. Giselle no sabía nada del tema, pero había notado a Henry raro en los últimos días. Henry le hablaba en paradojas, y le daba a entender que él pronto se iba a ir, pero Giselle pensaba que era por la enfermedad. Y los minutos comenzaron a contarse.
Viktor le había dejado el trabajo a Rafael, y le había encomendado seguir los pasos de Henry. Rafael sabía su trabajo, y siguió en esos días cada paso de Henry. Las informaciones estaban dadas al día. Henry solo pasaba con su novia y luego en su casa. Rafael no entendía por qué lo tenía que matar. Y pensaba en charlar con Henry y tratar el tema, porque no lo quería hacer. Pero por detrás estaba la orden de Viktor.

El día viernes Henry salió temprano de su casa, sabía que ese día dejaría de existir, le dijo a sus padres que se cuidarán y que trataran las cosas con calma, su familia también pensaba que hablaba de la enfermedad. Ese día Henry salió rumbo a Lima a buscar a su novia. Rafael lo siguió y ya tenía el arma justa para asesinarlo. Cuando Henry bajo del autobús y dio unos cuántos pasos, Rafael le estaba apuntando desde un automóvil. Pero no quiso matarlo, sino que prefirió hacerlo después, quería que se despidiera con calma de su novia. Ese día Henry estuvo con Giselle desesperado, no entendía por qué estaba vivo todavía.

Lo hecho estaba apunto de suceder, eran las 6 de la tarde y él contaba los segundos de vida que le quedaban. Giselle se despidió y la escena que vi fue desgarradora: Rafael estaba apuntando a Henry desde su automóvil, mientras Giselle después de despedirse con un beso dio unos cuántos pasos, y Henry estaba a dos pasos de abordar el bus, cuando del Este sonó un estruendo balazo que cruzo el pecho de Henry. Todo quedo en silencio (...) Henry cayó cruzado lentamente al suelo, mientras la poca gente que estaba alrededor no entendía de dónde había salido el balazo, Giselle dudo un segundo pero retrocedió para ver qué pasaba y vio el cuerpo tirado de Henry cubierto de sangre. Todo era escalofriante.

Rafael lentamente se fue acercando a la escena como un espectador, y dijo que él conocía al cadáver, mientras Giselle estaba en un estado de shock. No podía llorar, sus lágrimas se ahogaban en su corazón. Rafael llamó inmediatamente a la casa de Henry, contestó Jeannette y ella aviso a los demás. La policía llegó y comenzaban a buscar pistas del o los asesinos. Para entonces, Giselle todavía no se había recuperado. La casa de Giselle estaba a pocos metros de lo acontecido, y Mery, hermana de Giselle, llegó como curiosa y se dio cuenta que se trataba de Henry, su cuñado. Vio a Giselle y la abrazó. Las dos horas que siguieron fueron de mucho silencio para todos.

Debo decir que ganas me sobraban de querer llegar al lugar y decir que todo era un plan de Henry para sacar ganancias... pero sabía que todo estaba siendo de buena fe. No podía hacer nada.

Giselle se encontraba con algunos calmantes ya en su cuerpo, mientras la madre de Henry lloraba sin consolación. Los hermanos no entendían por qué había pasado eso. Las mil preguntas estaban a la hora del atardecer. El padre de Henry estaba en preparación del velorio, con todo el dolor de su alma. Los familiares se preparaban para algo que no creían que estaba pasando.
Pronto se le informó a todos las amistades de Henry. Giselle estaba ya dormida, sus hermanos daban vuelta por todo la casa. Mientras tanto, Rafael daba información a Viktor, quien sólo agachó la cara cuando Rafael le dijo: Hecho.

En la noche, los restos de Henry estaban siendo velados en una funeral cercana a Villaguay. Había de toda gente, amigos, compañeros de estudios, familiares... que no podían creer lo que estaba pasando. Giselle no fue al velorio. Todo alrededor era un caos de mil preguntas sin respuestas. La única consolación de Celine, era que su hijo se había ido sin sufrir.

El día del entierro, 28 de Abril... estaba lleno por todos los costados "el Cementerio de Gigantes”. Había llantos por doquier;; la llovizna que caía hacía más triste el panorama. De pronto, se iba acercando despacio, mojada, y sin consolación alguna: Giselle... llevaba consigo una rosa blanca, su cara se miraba atroz. Se paró firme frente al ataúd, dijo unas palabras que casi nadie escuchó (...) y tiró la rosa frente a él mientras enterraban ya el ataúd. Luego fue a darle el pésame a los padres y hermanos de Henry, y luego se fue rumbo al Sur.

Pude entrar al purgatorio y vi que Henry estaba siendo enjuiciado, dos personas con atuendos blancos lo defendían, y un señor de avanzada edad, con rostro mal figurado, era quien lo quería condenar... mientras que un ser Supremo, que no dejaba ver su rostro, era el Juez que sólo analizaba el tema.

En la tierra, días después pude ver que el sosiego de la familia era terminante, la utopía que se había formado estaba congruente. Según las investigaciones, la gente dijo que estaba una pelea de unos borrachos y que uno disparó al otro, por mala suerte uno le cayó a Henry. Otros que le habían disparado desde el bus. El dato de Medicina Legal había sido que fue una bala perdida, disparado desde 20 mts.

Esto es justamente en una venta de Licor, la dueña del local dijo que habían hombres bebiendo, que se levantaron y agarraron rumbo Norte, luego se escuchó el disparo. Eso valió para que los Sudakas, se quedarán otra vez sin culpa legal. Esto también ayudó para que la Aseguradora creyera que todo pasó sin intención.

Giselle estaba en tratamiento psicológico para poder asimilar un poco la situación. Pero ya lo estaba superando en gran parte. Todo era cuestión de días para poder superar el trauma.

Los días posteriores, el Inspector de la Aseguradora, comenzó a hacer sus respectivas investigaciones, pues Henry ya tenía dos meses que no había ido a cancelar la cuota mensual. Entonces, mandó las respectivas cartas a los beneficiaros que llegaran a reclamar el dinero.

Al recibir la carta toda la familia, hubo una sorpresa increíble. Estaban pasando una situación muy delicada, y esto cayó en buena hora. Sólo que no podían asimilar la situación porque esto no ayudaba en nada a sobrevivir a Henry. Comenzaron a salir las preguntas, sin respuestas. No dudaron ni un segundo en ir a informarse más a fondo. Al darse cuenta que todo se trataba de algo bueno, actualizaron documentos y en 10 días, le iban a entregar el dinero. Lo mismo pasó con Giselle. Pero ella no podía asimilar tanto así el tema, porque no tenía consuelo y cada noche al ver su foto, más de alguna lagrima le salía, y pretendía guardarle amor hasta la eternidad. Pero el destino es el destino y a veces tiene preparado muchas sorpresas en la vida.

En el purgatorio, la sentencia que determinó el Juez fue que los de la tierra iban a juzgar a Henry, que su alma iba a ir a la Tierra a darse cuenta de todo lo que iban a hacer con su sacrificio. Eso seguramente era temible, porque el dinero mata todo. Y también hace todo. Su alma fue enviada al centro del lugar. El sólo podía ver, pero no podía hablarles. Tenía la opción de presentárseles en sueños, pero con mensajes que tenían que entender. Así que de nuevo fue a dar con los suyos, solo que en visión.

Pasaron varios meses, y habían momentos de llanto en la familia de Henry, la madre era quien más lo sentía, y el padre de vez en cuando se le salía más de alguna lagrima. Los hermanos, sin embargo trataban de olvidarlo, pero se sentía por dentro el color de los recuerdos. Giselle lamentaba cada día el no tener a su lado a su amado Henry.

Pero el destino otra vez iba a golpear fuertemente a estas vidas. Giselle comenzó a frecuentar a un amigo, con el cual de vez en cuando salían a divertirse a diferentes Antros y lugares destinados al olvido. Esa persona hacía que a Giselle los días le parecieran más sutiles y sobre todo más dinámicos. Entonces ella comenzó a derrochar todo el dinero del Seguro que le había dejado Henry.

Henry miraba todo esto, y solo recordaba que le había dejado el dinero para que ella se superara en estos días. Siempre le miraba la cabeza gacha y con un sentimiento que hacía matar el corazón. Yo intentaba darle un aliento al querer hacerle ver a Giselle que eso estaba malo, pero era más fuerte lo que las otras fuerzas permitían en estos días.

Poco a poco Giselle comenzó a olvidar a Henry, incluso varias veces había hecho ya el amor ahora con su nueva pareja. Y entre desahogos y olvidos todo parecía estar dándole a entender a Henry que todo esfuerzo fue en vano.

Así fue como ella estaba condenando a Henry al infierno. Yo le daba mensajes por medio de sueños, pero no quería entender porque no le daba importancia a esas cosas. No valió nada el esfuerzo que hizo
Henry y sobre todo el acto más impuro que fue el de hacer que todo pareciera un asesinato a plena luz del día.

Igual pasaba en la familia de Henry, de vez en cuando le rezaban alguna oración, de vez en cuando iban a dejarle algunas flores al cementerio. Pero luego eran otros pensamientos que pasaban por sus mentes. Cuando Henry miraba esto, lloraba en su soledad porque no podía entender cómo era posible que su propia familia lo estuviera dejando en el olvido y sobre todo condenando. Pero también era de aceptar que no todo el tiempo iban a estar llorándole, pero él se conformaba que con su buena obra ellos hicieran muchas cosas. Cosa que no fue así.

A Giselle se le estaba terminando el dinero, y su novio (el de entonces) solo la había utilizado para esos lucros. Se atormentaba porque entonces, ahora sí recordaba con dolor y tristeza a Henry, pero lo más estúpido era que estaba enamorada de su novio. Ella ya había guardado todos los recuerdos de Henry, las cartas, los regalos, etc., ya habían sido echados en un baúl de soledades. Y en una noche de invierno en un sueño Henry se le presentó:

Giselle estaba sentada en un redondel cerca de donde vive, era una noche como todas, lo único que no había nadie, y el viento cada vez se sentía más fuerte... ella esperaba a Henry porque se habían quedado de ver en ese lugar. Minutos más tarde de lo de costumbre llegó Henry y ella le dijo (sin recibirlo con un beso) - ¿Por qué quisiste que te esperara, yo no tengo nada de qué hablar contigo? - Mientras el viento golpeaba más fuerte sus caras y se sentía un frío interior de muerte. Él se le quedó mirando y le preguntó con voz baja - ¿Por qué has hecho esto? ¡No sabías que todo este esfuerzo había sido para que vos vivieras mejor, no para que malgastaras y derrocharás el dinero con algún otro tonto! Ves, ahora estas sola y lo peor del caso es que ya te le entregaste en cuerpo y alma, y yo ¿Dónde quedo? - De pronto, el sueño se terminó.

Vi su mirada fija en la nada, y todo aquello que daba a entender todas sus preguntas. Pero al final de todo, lo más desesperante fue su conclusión - Era solo un sueño - Eso me lleno más de tristeza, porque sabía que ya había quedado totalmente en el olvido, y ya no tenía más nada qué hacer. La condena estaba por cumplirse.

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