EL EFECTO TORTUGA
(Escrito por nuestro amigo Rafael Hoyos Mancilla)
Dicen que en alguna ocasión, uno de los seres del reino de Dios empezó a preocuparse de la longevidad, decía que era muy poco tiempo de vida para poder hacer tantas cosas. Renegaba de que sus días quedaran limitados a solo unos años.

-No es posible que se nos den tan pocos años de vida, esto no alcanza para nada – comentaba la tortuga con tono de queja –necesito ampliar mis viajes, conocer mas seres, nadar mas tiempo, necesito en otras palabras vivir mas, para tener mas tiempo de vida.

Un delfín se acercó con ella y le dijo -pero para que quieres mas vida si con la que tienes  es mas que suficiente para amar y gozar ser amado, con mucho mas tiempo de vida no podrás aquilatar la bendición mas hermosa de todas que es poder amar y disfrutar a tus hijos, ya que solo sería un instante de vida el que los pudieras gozar, ellos se irían pronto de cualquier forma y tu no te quedarías mas que con un vago recuerdo en todo el tiempo que tuvieras de vida.

La tortuga disintió y le dijo al delfín, -eso no es lo importante amigo delfín, lo importante es vivir mas, esta vida es para vivirla no para andar comprometiendo con los demás tu tiempo, eso no te gana vida, por el contrario te limita aún mas el tiempo de vida.

El delfín suplicó por la razón y el cuestionó abogando por ese sentimiento –¿como no distinguir en ese sentimiento de cuidar y proteger a tus hijos y tener tiempo para ellos y ellos para ti?, ¿que sería de mas vida si no la puedes compartir y ser parte del cuidado y formación de las generaciones que descendieran de ti?

Pero la tortuga no vio esto sopesado a los años de vida que se pudieran agregar, no señor, todo podía valer la pena mas, hasta eliminar el sentimiento de madre al hijo e hijo a la madre, con tal de vivir mas.
 
Tal fue la tenacidad de la tortuga que se acercó a Dios y le dijo que ella estaba en desacuerdo con los años de vida que le habían tocado, que no era posible disfrutar la vida así, y Dios le contestó, que cada criatura tenía una longevidad de acuerdo al tiempo que pudiera compartir y a la capacidad para amar con los suyos, que si ella quería vivir mas se le quitarían los días y las horas para ser amado, incluso por su madre, pero la tortuga estaba cegada por la avaricia y lo que quería eran mas años de vida, muchos mas, todos lo que se pudieran aunque eso le costara no compartir el amor aunque fuera un segundo, ni siquiera el amor de madre o del hijo.

Dios se acercó a la tortuga y le dijo, tendrás los años que deseas, todos de hecho, tantos como ninguna otra criatura sobre la tierra, pero a cambio, no te quedará ni un segundo de amor de madre, ni siquiera para conocerla o para sentir su calor, ni siquiera para sentir su recuerdo, ni siquiera para saber que pudo haber sido buena, o para que siquiera sepas que significa ser cuidado por ella, sentirás que su protección se habrá ido desde el mismo instante en que nazcas y sentirás que no hay nadie mas en la tierra que tu mismo y vivirás todos lo años que quieres y deseas vivir también.

La tortuga agradeció y se alegró diciendo -eso es lo que deseo sobre todas las cosas, no me des mas que eso Dios, eso será así para siempre... y así fue.

Y la tortuga empezó a ver que todas las criaturas morían y que ella seguía viviendo, tal como ella lo había pedido, y se dio cuenta también, de que los huevos de las tortugas quedaban enterrados en la playa y que nacían sin el calor ni el cuidado de la madre y que ni siquiera se veían los críos con la madre un segundo en ningún momento, que al nacer las tortugas quedaban totalmente a expensas de todos los seres y que no había quien las protegiera ni por un segundo, ni por un instante y que tampoco por un instante eran capaces de sentir calor maternal ni cuidados, ni amor... ni por solo un segundo.

Entonces la tortuga se dio cuenta de que el tiempo pasaba lentamente, sin que esto le causara satisfacción, como esa satisfacción que había sentido antes, cuando sabía que su madre veía por el y que era lo que sentiría de conocer a sus hijos y que ellos la hubieran podido sentir también.

El tiempo era suyo por fin, tanto que se acostumbró a sentirlo sola, por décadas y décadas y miraba como se iban mas criaturas y ella se encontraba siempre sola y que solo para procrear veía compañía pero consumado no volvía a sentir ni sus efectos, ni nada mas.

Se dice que la tortuga lamenta lo que le ocurrió por su avaricia y que cada vez que deposita sus huevos en la playa, sabiendo lo que nunca iba a ocurrir, deja salir una lágrima de nostalgia de lo que nunca podrá vivir y convivir.


 
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