DIOS VE LA FE Y ACTUA
(Aportación de nuestro amigo Fernando Rueda Granados)

En LUCAS :

Capítulo 7: se narra la historia del siervo de un centurión (un soldado con mando y poder), a quien éste quería mucho, y estaba enfermo y a punto de morir.
7:3 Cuando el centurión oyó hablar de Jesús, le envió unos ancianos de los judíos, rogándole que viniese y sanase a su siervo.
7:4 Y ellos vinieron a Jesús y le rogaron con solicitud, diciéndole: Es digno de que le concedas esto;
7:5 porque ama a nuestra nación, y nos edificó una sinagoga.
7:6 Y Jesús fue con ellos. Pero cuando ya no estaban lejos de la casa, el centurión envió a él unos amigos, diciéndole: Señor, no te molestes, pues no soy digno de que entres bajo mi techo;
7:7 Por eso ni siquiera me atreví a presentarme delante de ti; pero con una sola palabra que digas, quedará sano mi siervo.  Al oír esto, Jesús se maravilló de él, y volviéndose, dijo a la gente que le seguía: Os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe.
7:10 Y al regresar a casa los que habían sido enviados, hallaron sano al siervo que había estado enfermo.
El Centurión al ver a Jesús  vio su  grandeza y poder. El tenía fe en el poder de Jesús de sanar a su siervo. El reconoció que Jesús no era un falso.  Pero también vio que Jesús era accesible. Se sentía el centurión indigno de invitar a Jesús a su casa, pero creía que Jesús escucharía su plegaria. Es importante observar que el centurión tenía fe en la Palabra de Jesús. Dice, "pero di la palabra, y mi siervo será sano". No tenía que entrar, mucho menos tocar al siervo (2 Reyes 5:11); el centurión creía que con nada más decir la palabra El podía sanar. Pocos judíos ponían tanta importancia en la Palabra de Jesús. Cristo elogió su fe: "Os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe", y estuvo muy  dispuesto a sanar al siervo de este hombre. Cristo busca la fe en nosotros.

También en Marcos:
5:21-43, Podemos ver la historia de una mujer que padecía de flujo de sangre y cuando ella oyó hablar de Jesús se abrió paso entre la multitud, porque ella creía que si tan solo tocaba el borde del manto de Jesús, sería sana, dice la Biblia, que esta mujer había gastado todo su dinero en médicos, pero continuaba enferma.  La Biblia nos dice que el poder de la vida y de la muerte está en la lengua, llegamos tan lejos como nuestras palabras nos lancen, si el poder de la vida está en la palabra pues hable palabras de vida; entre tu boca y tu corazón está el milagro.

Hay que creer y confesar la Palabra de Dios. Luego de esto, la fuente de su sangre se secó, y sintió en el cuerpo que estaba sana, ella creyó primero, luego lo confesó y después sintió. La gracia es hablar bien cuando se sienta mal, las cosas hay que hablarlas como si ya fuesen, no tienes lo que quieres porque no lo has dicho. Cuando tú hablas hay ángeles trabajando a tu favor, trayendo tu bendición. Habla palabras de salud, de riquezas, de bendición porque en tu boca hay un milagro.

La mujer decía y se acercaba cada vez más, y cuando tocó el manto de Jesús sintió el poder en su cuerpo. Jesús conociendo el poder que había salido de Él, volvió hacia la multitud diciendo ¿Quién ha tocado mis vestidos?, sus discípulos dijeron: ¡La multitud te aprieta!, ninguno de ellos creía, pero entre la multitud solo la mujer recibió el milagro, porque lo tocó en fe. Solo reciben los que creen, los que confiesan, los que tienen una expectativa, los demás solo curiosearon por eso no recibieron nada.

Muchos lo tocaron, pero solo uno supo tocar. Jesús le dijo: Hija, tu fe te ha sanado, no solo es el poder, también es necesario creer. Y el Señor unge a sus siervos con dones de Sanidad para sanar enfermos, pero el problema es que tú creas, porque lo que sana es la fe. Jesús no va a nadie sin expectativa de fe, los que tienen fe van a Él.

Muchos  cristianos se preguntan cual es la diferencia entre los que logran las grandes victorias y bendiciones y los que no salen de una vida llena de problemas y sinsabores. Existen gran cantidad de personas cristianas que a pesar de haber aceptado a Jesucristo como su Salvador no logran que su vida cambie, siempre atraviesan los mismos problemas y no encuentran la salida, y ven como otros hermanos en la fe triunfan de la mano de Dios siendo bendecidos en gran manera. Y es entonces que muchos se preguntan cual es la diferencia, por que a unos si y a otros no.

Querido hermano, la gran diferencia es: Creerle a Dios, en la Sagrada Biblia.  Está bien claro que todos los héroes bíblicos y personajes que recibieron la bendición de Dios se caracterizaron por creerle a El.

Es por eso que existen muchas personas que oran constantemente, asisten a la iglesia, hasta a veces cumplen con alguna responsabilidad dentro de la misma, ayudan a otros a llegar a Jesucristo, pero en sus vidas no se ve la  gloria de Dios. Estos son los que dentro de la iglesia escuchan cuando el pastor predica las promesas de Dios y en ese momento la creen, pero cuando salen de la iglesia, al encontrarse nuevamente con el mundo exterior, comienzan a mirar para los problemas y dejan de creer la promesa de Dios dando lugar a la duda y a la incredulidad.  Estas personas son las que actúan por emoción, ellos dentro de la iglesia se dejan llevar por el clima de fe que los rodea pero al quedarse solos se acaba la fe y se empiezan a dejar llevar por la situación.

Como dice la Palabra de Dios en Hebreos 11;2: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. Aquí podemos notar que la fe no tiene nada que ver con la emoción. Este es uno de los motivos más importantes del porque muchas personas no reciben las bendiciones de Dios. Creerle a Dios es un acto de fe donde no interviene la emoción, creerle a Dios es saber que Dios tiene el poder de cumplir sus promesas sin importar ni la situación ni ninguna otra cosa. Dios no depende de nada, por lo tanto sus promesas siempre se cumplen. (Por supuesto que esto es lo que saben los que le creen a Dios).

Si leemos en Génesis (Cap 6) la historia de Noé, podemos confirmar lo dicho anteriormente,  Dios le dijo a Noé que construyera un arca porque debido a la maldad y violencia que había por toda la tierra iba a traer un diluvio de aguas sobre la tierra para destruir toda carne. Ubiquémonos en la situación. Hasta ese momento nunca había llovido sobre la tierra, por la noche subía una neblina que cubría la tierra hasta cierta altura y al alba caía en forma de rocío y regaba la tierra. Aunque Noé nunca había visto ni oído que hubiera llovido igual le creyó a Dios. En esa misma situación ¿Cuántos de nosotros le hubiéramos creído a Dios?.  Ahora queda bien claro cual es la diferencia, los verdaderos “hombres de Dios” siempre le creen a Dios, aunque lo que Dios le diga sea totalmente imposible para la razón.

Se imaginan a Noé construyendo el arca y a todos sus contemporáneos burlándose de él, si nunca antes había llovido, todos trataban a Noé de loco. Pero Noé a pesar de tener  aparentemente todo en contra, le siguió creyendo a Dios sin importarle nada ni nadie. Ahora, ¿Cuál cree usted que fue la reacción de todos los burladores cuando el diluvio ya estaba en marcha? En la actualidad pasa lo mismo, hay muchos que ven la gloria de Dios manifestarse en la vida de los que “le creen a Dios” y nunca en su propia vida.

En Génesis ( Cap 18) podemos leer cuando Dios le prometió un hijo a Abraham y le dijo: “De cierto volveré a ti; y según el tiempo de la vida, he aquí que Sara tu mujer tendrá un hijo”. Abraham tenía 100 años y Sara tenía 90 y le “había cesado ya la costumbre de las mujeres”.  Sara, que estaba escuchando se rió y no creyó, pensó: ahora con 90 años y sin la costumbre de las mujeres y mi señor ya viejo, ¿cómo voy a tener un hijo?. Pero Abraham si le creyó a Dios y dice la escritura que le fue contado por justicia.

Querido hermano, sucedió luego, que Abraham tuvo su hijo porque Dios siempre cumple su promesa y fue Abraham padre de naciones como nadie pudo contar. Ahora bien, Abraham seguramente también pensó como Sara, pero la diferencia fue que él le creyó a Dios, a pesar de todo, a pesar de la esterilidad de su mujer, a pesar de su vejez, a pesar de que era imposible.

Cuando uno le cree a Dios no hay imposibles, esa es la verdadera fe, la fe que agrada a Dios, esa fe pura y limpia que solo un hijo puede tener en su Padre, y esa es la fe que mueve la mano de Dios y hace que los milagros sucedan, que se derriben gigantes y que las derrotas se conviertan en victorias. Hermano, basta de dudas y temores, basta de derrotas y sinsabores, basta de ver como otros reciben las grandes bendiciones. La decisión es tuya, empieza ya mismo a creerle a Dios, esta actitud es la que hace la diferencia entre los que reciben las grandes bendiciones y los que no.
En  el libro de Santiago  cap 1: 6  , Dios exige que se debe pedir con fe.  “  Pero que pida con fe, sin dudar, porque quien duda es como las olas del mar, agitadas y llevadas de un lado a otro por el viento.7 Quien es así no piense que va a recibir cosa alguna del Señor”.

También en Hebreos 11 : 6  : “ En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan”.

Un empresario cristiano tenía su negocio en lugar céntrico de la ciudad y con todo éxito funcionaba, su local era arrendado pero lo tenia bien lujoso y  adecuado.

De pronto, le pidieron el local y su administrador pensó: llegó el final de mi jefe. El preguntó: Jefe, ¿ya está averiguando por otro local ?

El jefe contestó: “No señor, no sé Dios que es lo que quiere conmigo, no sé donde me va a ubicar; tengo la fe que es para un lugar mejor, El me ubicará.”.

El administrador no era tan creyente todavía y quedó asombrado con tanta tranquilidad del empresario y se decía así mismo: "Yo en su lugar, todos lo días  estaría buscando otro local".

Los días pasaban y se acercaba el día de la entrega del local, de pronto un amigo le informa al empresario que tiene un local en un sitio no tan céntrico como el actual, pero el empresario aceptó creyendo que ese era el que estaba esperando. Así sucedió, lo tomó y en pocos meses ese sector se convirtió en el mejor sector económico de la ciudad y su bendición económica fue superior a la que recibía en su antiguo local.

Hermanos, ¿Actuarían ustedes así de tranquilos ante esta circunstancia tan riesgosa?  Actúan así solamente los que le creen a Dios.

Dios tiene un método especial para producir cosas y resultados y se refiere a llamar lo que NO ES COMO SI FUERA. Todo lo que para Dios es normal, para el pensamiento humano parece anormal, parece locura.  Pero la realidad y la verdad la tiene Dios y no la incredulidad.  Si hoy estás en medio de esa situación que parece “NO ES” lo que quisieras, comienza a ponerte de acuerdo con Dios, para verla, hablarla y actuar como si esto fuera a cambiar.

Llama a las cosas que no son como si fueran, esto es poder de Dios, la fé es como un golpe a las circunstancias, es una batalla que debemos afrontar cada día.  No bajes los brazos... actúa como tu Padre Celestial, actúa como Jesús, porque tenemos su sangre, somos participantes de la naturaleza divina.

Mira la situación a través de la fe y verás como tu espíritu se levanta y comienzas a ser transformado.  Este es tu día de ponerte de acuerdo con Dios y llamar todo lo que no es como si fuera. No hagas acuerdos con las tinieblas y no aceptes las derrotas, lo negativo;  solo debes aceptar lo que pertenece a tu herencia, a todo lo que nos dejó Jesús en la cruz, todas las promesas de Dios en la Biblia son nuestra única herencia y son las que tenemos que creer, pedir y esperar.

Hermano, así como demuestras  con gran confianza en tu empresa que si eres el candidato para lograr el ascenso en el nuevo cargo, así con la pasión y confianza que aplicas con la mujer que estás conquistando, con la seguridad y la fe que hablas en tu discurso de hombre político afirmando que serás ganador, así como lo afirmas en tu competencia deportiva que serás el triunfador,  ¿Entonces será que también puedes tener esa misma fé ante las cosas que deseas de Dios?

Seguro que responderás, "En todas las anteriores si soy capaz  pero en la última no".

Si,  tienes razón, las cosas de Dios no son fáciles para uno, porque cuando acudimos a El es cuando estamos ya sobre el fuego, sobre la caldera, o ya estamos cayéndonos en el vacío, y no creemos que encontraremos alguna rama de donde agarrarnos;  tener esa fé no es fácil, pero debes hacerlo porque a El le gusta que tengamos fe.

BENDICIONES  PARA TODOS.

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Dios ve la Fe y actua

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