¿PORQUE LO HICISTE PRINCESA?
(Escrito por nuestra amiga Alejandra Torres)
Valeria se encontraba sola en la cocina, había sentido un poco de hambre y decidió prepararse un bocado (salchichas con queso manchego). Mientras comía, le vinieron a la mente los recuerdos de la tarde anterior, y una vez más, las lágrimas corrían libremente por su rostro. ¿Qué se supone que debía hacer?

Le pidió a Dios en silencio que le diera la respuesta. ¿Qué se supone que debía pensar? De todos modos es su hija, y una madre ama a sus hijos por sobre todas las cosas...

Recordó aquel día, 13 años atrás cuando, acompañada de su madre, fue a realizarse la prueba de embarazo. Se sentía nerviosa, demasiado nerviosa. Tenía 19 años y un mes de casada y su esposo se encontraba trabajando, por lo que pensó que sería agradable para él darle el sobre con el resultado positivo. ¿Y si salía negativo? ¿sentiría alivio o decepción?

¡Vaya! a estas alturas no sentía ni las piernas. Salió del baño, entregó la muestra de orina y se dispuso a esperar... ¡es increíble cómo 10 minutos le parecieron horas! Por fin gritaron su nombre y le entregaron el sobre, por lo que ella dió las gracias y se dió la media vuelta sin pagar (le sucedía a menudo).  Fue ahi cuando volvieron a gritarle, esta vez para recordarle... el pago.

Ya en la calle, estuvo indecisa entre abrir el sobre o no.  Pidió la opinión a su mamá, y aunque su madre sabía la respuesta, la instó a abrir el sobre. Con manos temblorosas lo hizo, miró el resultado y abrió los ojotes.. ¡POSITIVO! Su mamá no se asombró en absoluto, ella le decía: se te nota en la mirada.

Desde ese momento se sintió diferente... era como si el bebé solo estuviera esperando que confirmaran su existencia.

Por la tarde llegó su marido y lo primero que preguntó fue por los resultados de la prueba, a lo que Ivone respondió: “¡ah, eso!", y con actitud indiferente se lo entregó.  (Era para despistar claro está), su marido, un tanto decepcionado abrió el sobre. Al leer el resultado volteó a verla con asombro y le dijo: ¡¡¡¡yo andaba de noche!!!! (chistosito).

Valeria le respondió con risas y un abrazo, diciéndole lo emocionada que se sentía porque pronto serían padres. Vinieron los planes, llegó la bebé y con ella las alegrías.  Disfrutaba enormemente los días que salían a pasear, pues le encantaba preparar la maleta de la bebé (parecía que cada salida era un viaje a Europa).

Claro que no todo era color de rosa, ¡¡la beba no dejaba dormir!! Y qué decir de las incontables ocasiones que salían corriendo en plena madrugada a la sala de urgencias, cuando la bebita se enfermaba; añoraba verla sonriente y parlanchina.

Muchas veces se cuestionó su capacidad para ser madre, sobre todo cuando perdía la paciencia.  Con los años, la relación madre e hija le parecía excelente. Su niña no paraba de hablar sobre los muchachitos que le gustaban.  Aunque Valeria sentía que estaba muy joven para pensar en eso, siempre trató de ponerse en su lugar, y entender esta nueva etapa tan complicada de la adolescencia.

Incontables ocasiones tuvo charlas profundas con su hija, mismas que terminaban en lágrimas de parte de ambas, pero que sabía que servirían, pues hablaban de corazón a corazón.  Reía al recordar todas las veces que cantaban juntas a voz de cuello una canción de Diego Verdaguer, ¡o incluso canciones en inglés!

Disfrutaba enormemente pasar el tiempo con ella, su princesa era tan divertida…y sólo ella le seguía el juego.  Se sentía orgullosa de su niña, la veía interesarse por fin en la lectura, mejorar notablemente sus calificaciones, y sobre todo, ver que le tenía la confianza para contarle sus cosas.

Por eso no lograba entender cómo aquella tarde, al llegar del trabajo la encontró con ese muchachito en su casa…cómo su princesa trató de ocultarlo entre las sábanas, haciéndose la ofendida porque su madre, al sospechar, la obligó a abrir la puerta de su recámara. Y peor aún, al quedar a solas, la revelación: Su niña, su princesa, le confesó entre lágrimas que habia tenido relaciones con ese muchachito.

Esa noticia la dejó devastada…..¿qué fué lo que pasó? Se preguntó una y otra vez.

¡Sólo tiene 13 años por Dios! ¿En dónde la perdí?

El dolor le parte el alma, aún no lo puede aceptar.  ¿Porqué olvidó los valores que le inculqué? … ¿Porqué lo hiciste princesa?

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