Oliviero Toscani, el fotógrafo más polémico de los últimos tiempos, regresa al debate con una contundente denuncia contra la anorexia. Esta vez, con un mensaje muy directo, mostrando a un cadáver viviente: la imagen de una chica francesa de 1.65 de estatura y con sólo 32 kilos de peso, de nombre Isabelle Caro. Modelo de una marca de ropa italiana... O mejor dicho, testimonio viviente de un horror.INSTANTANEA DE
UN CADAVER VIVIENTE
(Autora: Claudia de Icaza
Periódico El Norte)Una campaña con repercusión mundial, calificada, por muchos, como una instantánea provocadora, pervertida e indecente. Yo me pregunto si no es más indecente cerrar los ojos a una realidad, si no es más pervertido ver cómo miles de jóvenes en el mundo van tras un modelo equivocado de belleza y sin medir las consecuencias que ésto podría traer a su salud.
Por lo menos yo, tardé en recuperar el aliento, luego de ver y escuchar a Isabelle contar su experiencia. Nada parecida a la de Anahí- integrante del grupo RBD- ni a la de muchas que se dejaron llevar por la vanidad, por el deseo de convertirse en un figurín de portada de revista.
En ella pesó una infancia dolorosa, solitaria. Siendo hija única, su madre se obsesionó con ella, no quería que creciera, que se convirtiera en mujer, que se desarrollara como cualquier chica adolescente.
"Mi madre se la pasaba midiéndome, y su gesto de preocupación y tristeza por cualquier cambio mínimo en mi cuerpo me hacía sentir desesperada, porque yo no quería decepcionarla. Fue a partir de mis 13 años que comencé a cuidar lo que comía, mi alimento diario consistía en una taza de corn flakes y una onza de chocolate".
A sus 18 años pesaba 26 kilos, vivía aislada de todo y de todos, no acudía a la escuela, no frecuentaba amigos. ¿Cómo podía tener un punto de referencia? Su entretenimiento y su compañía fueron las muñecas que le acercaba su mamá, cuando otras jóvenes ya experimentaban su primer amor.
"Mi vida era dolorosa, pero ya no era capaz ni siquiera de llorar. La única manera que tenía para expresar tanta confusión era depositando algunas gotas de agua en los ojos de mis muñecas, para desahogarme a través de ellas".
La modelo confesó, en entrevista, que estuvo a punto de morir en tres ocasiones, y que empezó a recuperarse cuando tomó la decisión de alejarse de la culpable principal del estado deplorable en el que se encontraba.
"He odiado a mi madre, pero creo que el rencor no sirve para nada. Sé que mi problema de anorexia es producto de un amor maternal enfermo y cobarde".
Se le cuestionó sobre su afán protagónico, ¡hágame usted el favor! Ignorando la mala fe, en voz apenas audible, con gesto irónico aseguró: "Nadie en su sano juicio busca protagonizar con una imagen como la mía. Llevo un mensaje muy claro en mi cuerpo, en mi piel, he perdido varias piezas dentales y ya no veo con el ojo izquierdo.
"No tengo la capacidad de concebir, no tengo pareja, y, cuando he tenido, han sido hombres muy mayores". Y apuntó avergonzada: "Un chico de mi edad me ve con asco, con miedo; no soy ejemplo a seguir ni creo despertar la envidia de las chicas de mi edad. Nadie puede desear tener una apariencia como la mía".
¿Qué vale más? ¿Una imagen o las palabras? ¿Por qué buscar tres pies al gato si esta campaña puede salvar tantas vidas?