NIÑOS QUE MATAN NIÑOS
(Aportación de nuestra amiga Alejandra Sandoval)
DE EL PERIÓDICO EL NORTE:
Paz Flores/ Niños que matan niños
 

¿Sabe cómo se llama el personaje bueno de la serie de dibujos animados
más vista por los niños de todo México?: Satán. Sí, leyó bien. Un líder
principal y definido como uno de los buenos se llama Satán en la serie de
"Dragon Ball Z". Me pregunto cómo es posible que ciertas ligas de la decencia
se hayan preocupado más por los pechos de la "Chica Wonderbra" que por
imágenes verdaderamente dañinas para la conciencia de sus hijos. Quizá sea
porque los pechos de esta famosa imagen pornolight atentan contra los celos
sexuales inconscientes, mientras la imagen de Marilyn Manson afuera de los
pasillos del mall con su leyenda "mátate", "aniquílate", no les quitan puntos,
ni las hacen sentirse menos atractivas.

Me extraña que figuras como ésta no armen escándalos como el que en su
momento armó la Wonderbra, cuando son mucho más graves y dañinas que
un simple porno balín. Son una inyección neuronal con enorme dosis de
violencia psicológica. El revuelo que armó el nuevo episodio de la Guerra de
las Galaxias por oscuras implicaciones quizá se deba a que no ven algunas
caricaturas, un lugar más cotidiano donde la conciencia freudianotelevisa de
los niños mexicanos se reúne todas las tardes. Pregunten el raiting y se
sorprenderán. Y ahí no estamos hablando de suposiciones de algo tan
inocente como la Guerra de las Galaxias, ahí es directo porque el mensaje
es: "miren, niños, Satán es el bueno".

Algunos puritanos se escandalizan por pequeñeces banales y no ven la
cochambre del fondo. Los asesinatos infantiles ya no son exclusividad de
territorio norteamericano. Hace unos días en Nogales un menor de 12 años
fue asesinado por otro de 13.  En Jalisco, la semana pasada, cuatro menores
secuestraron y asesinaron a otro de 7 años. La reacción de las autoridades del
DIF de Jalisco fue inquisitorial, simplista, ramplona, con cero visión sociológica
sobre el asunto: bajar la edad penal. Me pregunto:   ¿meter a la cárcel a un niño
de 10 años les parece una idea  sensata a esta gente? Por lo visto razonan con
las vísceras más bajas de su intestino grueso. Para ellos justicia es igual a
venganza, con lograr la catarsis de sus emociones de revancha  solucionan su
bronca. No se cuestionan acaso la responsabilidad de los padres, la culpabilidad
de los vendedores de armas y los que lo permiten, la culpabilidad del enfermo
libertinaje televisivo infantil. No generalizo, tampoco exagero. No hablo de la
violencia física del Coyote y el Correcaminos, no hablo de burdos camorrazos,
hablo de violencia psicológica y subliminal como la de Satán o la de la serie
Monstruos o la decadente, mutilada y mutante Vaca Loca. Es violencia sutil,
negra, depresiva que presenta el drama y la cosmovisión completa de un mundo
gris, sin salida, un hoyo oscuro repetido al cansancio por el espejo televisivo.

Separar al niño de tajo de su mundo real, ponerlo en una burbuja antiséptica
no es la solución, hay que prepararlos para el mundo; pero también -disculpe
mi atrevimiento- hay que cambiar al mundo.

¿Libres?, ¿hasta qué punto nos dan permiso los medios de decidir con qué
imágenes mentales llenamos muestra mente? La ciudad ya parece revista.

Una cuadra: una foto de un político; otra cuadra: un dizque poema de baja calidad
o de la peor selección; otra cuadra: una carota redonda. ¿Cuándo me preguntaron
si prefería ver la publicidad más grande del planeta en vez de las montañas de
Monterrey? ¿Por qué atentan a ese extremo con nuestra libertad visual? ¿Por qué
tenemos que tragarnos los poemas más balines en las bardas, habiendo tan buenos
poetas?

¿Con qué autoridad eligen esa mugre y totalitariamente la imponen? ¿Hicieron una
encuesta verdadera, o es el gusto de dos? ¿Cuándo nos preguntaron? ¿Pregunten:
se sorprenderán? La teoría de la autoimagen en sociología explica que, en
determinado momento, un niño crea parte de su propia imagen usando a los
demás como un espejo; midiendo las reacciones de los demás hacia sus
comportamientos. De esa forma, se crea una suerte de moldeamiento de la
conducta hasta cierto punto. Si ese moldeamiento llega a un extremo puede
ser perjudicial. La televisión hoy en día se ha convertido en parte de ese espejo.

Los mensajes que se envían a los niños son altamente contradictorios. No obstante
la violencia infantil existe desde siempre, pero se acentúa en épocas de caos. El
Señor de las Moscas es una novela y además un tratado sociológico que explica
bien cómo es que un niño puede llegar a matar a otro niño. Lo grave son las armas.
La antigua violencia callejera -que siempre ha existido entre los menores- se vuelve
letal con la irresponsabilidad de un arma y se ve fuertemente acentuada por la
televisión y algunos medios. La mangota ancha para con la venta de armas y el
nivel de enfermedad permitido en los programas para niños es algo que mucha gente
no se explica. Habrá que cuestionar si eso es libertad o imposición bovina.

¿Dónde están las opciones?, ¿se puede dar opciones dementes y enfermas a los
niños en la programación? Es como decirles: ¿si lo prefieres, puedes enfermarte,
es tu derecho?  Más que gastar el presupuesto en rayar ciudades, se deberían
crear formas de evaluación científicas para la programación televisiva y el nivel
de exposición que los niños mexicanos a distintas fuentes que dañan su conciencia.
No hablo de la antigua censura a "los encuerados" desde una perspectiva moralista y
antigua, hablo de medir científicamente la violencia psicológica extrema a la que se
exponen los menores.

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