CUESTE LO QUE CUESTE
(Escrito por nuestro amigo Juan Manuel González)

Me gustó su página, les envío mi primer artículo. Saludos

El término optimismo surgió del latín "optimum": "Lo mejor".

Gottfried Wilhelm Leibniz usó este término por primera vez hace 300 años en Amsterdam en 1710. Voltaire popularizó la palabra optimismo en 1759 como subtítulo a su cuento filosófico Cándido. La noción de optimismo se opone al concepto filosófico de pesimismo.  El optimismo como valor, es la idea del ser humano de siempre tener lo mejor y conseguirlo a pesar de lo difícil de algunas situaciones; se basa en siempre encontrar el lado bueno y obtener los mejores resultados descubriendo lo positivo que tienen las personas y las circunstancias, confiando en nuestras capacidades y posibilidades junto con la ayuda que podemos recibir.

La actitud contraria al optimismo nos lleva a empeñarnos en descubrir inconvenientes y dificultades provocándonos apatía y desánimo.

Con una diferencia mínima pero significativa, el optimismo dirige ese mismo empeño en la dirección contraria, para encontrar soluciones, ventajas y posibilidades. Pero no siempre las cosas resultan como deseábamos por mucho esfuerzo, empeño y sacrificio que pongamos.

El optimismo es una actitud “permanente”, requiere constancia, requiere actitud para recomenzar, reflexionar en las fallas, los errores y los contratiempos, para superarlos y lograr las metas. Si nada fallara o nunca nos equivocáramos, no haría falta ser optimistas.

Normalmente el fracaso provoca frustración y ésta nos lleva al pesimismo.  En muchas partes del mundo se considera que la mayoría de los Mexicanos somos pesimistas.  De hecho, cuentan que los Mexicanos íbamos a fundar un club mundial de pesimistas, pero no lo hicimos por temor a que nadie se inscribiera, al fin pesimistas.

Si analizamos las situaciones, nos damos cuenta de que nuestros fracasos se dan por falta de cuidado y reflexión. Filosóficamente, la reflexión se refiere al proceso de meditar, a nuestra capacidad de pensar detenidamente en algo con el fin de sacar conclusiones.   Por otra parte, el término optimismo implica también saber buscar ayuda como una alternativa para mejorar o alcanzar los objetivos que nos hemos propuesto, es una actitud sencilla, sensata y de humildad que en nada demerita el esfuerzo personal o la iniciativa.

Solo los soberbios piensan que poseen todos los conocimientos y los recursos necesarios para salir triunfantes en toda circunstancia.  Quienes han resultado campeones en alguna disciplina o han alcanzado logros sobresalientes, lo han hecho por su esfuerzo, perseverancia y sacrificio, pero normalmente no se hace alusión a su optimismo el cual los hace entregarse apasionadamente para alcanzar su objetivo con una alta confianza en sí mismos y en las personas que colaboraron con ellos.

Algunos bromistas dicen que el optimista lo es, porque no se ha dado cuenta de cómo está la realidad. Todo lo contrario, el verdadero optimista no es ingenuo ni se deja llevar por falsas ideas prometedoras; procura pensar y repensar y considerar detenidamente todas las alternativas antes de tomar decisiones. A veces nos engañamos y nos ilusionamos con una falsa realidad para hacernos la vida más fácil y cómoda.

Si una persona inicia un negocio propio sin los recursos suficientes y sin conocer a fondo el ramo o con una idea muy  vaga de la administración, aunque sea muy optimista, seguramente fracasará en su empeño porque no tiene las herramientas y fundamentos esenciales para lograrlo.

El optimismo es uno de los tópicos que mayor interés ha despertado entre los investigadores de la psicología positiva.
El optimismo es la tendencia a esperar que el futuro nos depare resultados favorables.
El optimismo es el valor que nos ayuda a enfrentar las dificultades con buen ánimo y perseverancia.

Independientemente del logro de los resultados esperados, hasta por bienestar y salud nos conviene ser optimistas.  Las personas más optimistas tienden a tener mejor humor, a disfrutar más de la vida a ser más perseverantes y exitosas e, incluso, a tener mejor estado de salud física.  La literatura científica en general, considera que aquellas personas que poseen altos niveles de optimismo y esperanza, que tienen la expectativa de resultados positivos en el futuro y la creencia en la propia capacidad de alcanzar metas, tienden a salir fortalecidos y a encontrar beneficio en situaciones traumáticas y estresantes.

El optimismo los vuelve resilientes, les da la capacidad de salir airosos y sacar ventajas de las situaciones adversas.

Efectivamente, todos tenemos nuestros propios problemas y por si eso fuera poco, el entorno nos enfrenta a muchos problemas económicos, sociales y políticos. La tendencia general es hacia la protesta y la manifestación masiva de las quejas y muchas veces pareciera que lo importante es protestar contra algo o contra alguien y con ello, gente bien intencionada se ve empujada a adoptar la protesta como una forma de solución. La crítica destructiva es a todas luces, mucho más fácil que el pensamiento constructivo. El pesimismo y el optimismo pasivo en nada cambiará la situación, debemos enfocarnos en el optimismo dinámico que es el poder activo y la actitud constructiva que crea las condiciones para el éxito a través de enfocarnos y actuar para aprovechar las oportunidades y las posibilidades.

Es muy difícil ser optimistas y pensar que los problemas que enfrentamos tendrán solución,  debemos recordar las siguientes palabras: “Si asumimos una visión catastrofista del ser humano, estamos acabados. La vida se hace inútil. Yo también me siento interiormente incapaz de ser optimista, pero hay que serlo, cueste lo que cueste.  Hay que mantener la confianza en el futuro”. Lo anterior lo dijo Rita Levi Montalcini, Neuróloga italiana, Premio Nobel de medicina 1986.

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